CORTINAS DE HUMO PARA ENTERRAR LA TRAGEDIA

El Quilombo / La nueva normalidad es fingir que aquí no ha muerto nadie: la culpa de todo es de Ayuso, de VOX y del rey emérito

Una reportera de ‘Al Rojo Vivo’ estaba en el aeropuerto de Málaga recibiendo a los pasajeros que salían de la terminal para saber qué medidas de seguridad estaban tomando antes los nuevos rebrotes de coronavirus.

Abordando a una matrimonio y tras una conversación anodina con ellos, un pasajero cubierto con una mascarilla le dice: «Hemos venido porque nos quieren okupar la casa». La reportera ni se enteró de lo que este hombre estaba diciendo y lo despachó sin más. ‘Gracias, gracias…’. Como quien ve llover. La nueva normalidad.

No es que en España se quiera ocultar que haya ‘okupas’ o manteros sino que ya son parte de la nueva normalidad. Y si la cosa va más, como los colas de ‘migrantes freseros’ agolpadas haciendo cola para cobrar el Inreso Mínimo Vital, la periodista de ‘El Mundo’ ya se ocupa de tranquilizarnos:

«Están acudiendo de forma masiva a empadronarse en los ayuntamientos creyendo que lo obtendrán.  Mentira que consiste en decirles que con el empadronamiento tendrán acceso a este ingreso, cuando lo cierto es que «probablemente, de toda la gente que estamos viendo en esas inmensas colas estos días, los que realmente puedan recibir el Ingreso Mínimo Vital apenas lleguen al 15%».

Segun la ley, «chabolas, caravanas, cuevas, etc. e incluso ausencia total de techo» sirven como infraviviendas para el empadronamiento, lo que ha provocado que los marroquíes se vayan en masa a los ayuntamientos a pedirlo en lugar de acudir a sus puestos de trabajo.

«No cuentan con el preceptivo permiso de residencia legal, o trabajadoras que han sido contratadas en origen, mientras que entre los requisitos para acceder a esta ayuda está el de haber tenido residencia continuada e ininterrumpida en España durante al menos el año anterior a la presentación de la solicitud, y residencia legal en nuestro país en el caso de ciudadanos y ciudadanas extranjeras», explica la reportera María Carmona.

Lo que olvida decir la reportera es que a esta ayuda pueden acceder mujeres vícitmas de la violencia machista y prostitutas en vulnerabilidad. Y también pueden recibir la ayuda quienes hayan sido víctimas de trata de seres humanos, aunque no residan en España. Solo necesitan el aprobado de un organismo social.

La nueva normalidad es hacer de cuenta de que la inseguridad, el vandalismo y la inmigración ilegal es lo más normal del mundo. No hay día en el que las televisiones hablen de okupas echados a patadas por los propios vecinos, ante la impasividad policial. A veces incluso vemos a los okupas entrando a sus domicilios delante de los mismos propietarios, desesperados por que en España el Estado de Derecho —el de Marlasca, el periodista, no el ministro— ampara al delincuente y no al propietario, que es visto como un explotador y genocida español.

La nueva normalidad es que hemos salido más fuertes gracias a Pedro Sánchez. Tras meses de mentiras, bulos y engaños, las encuestas anuncian que esta crisis no le ha pasado factura. Es lo que tiene tener a las televisiones compradas: con un perro muerto, el PP tuvo que fulminar a una ministra de Sanidad; con casi 50.000 muertos Sánchez puede presumir de haber salvado vidas sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza.

Fernando Simón puede decir que «hay 13.000 muertos» sin ubicar y no pasa nada. Si dicen algo, es excepcional como Ana Rosa: «A las víctimas de más que no puede ‘ubicar’ el Gobierno, sus familias sí lo han hecho: en el cementerio. Nadie puede ponerse medallas después de esto»».

Simón vuelve a burlarse de las víctimas y no pasa nada: confiesa entre risas que solo vio venir la pandemia cuando «todo había explotado» y los periodistas le ríen las gracias.

Hay que pasar página, que viene el verano y la gente se quiere ir de vacaciones. Ya no hay caceroladas ni protestas: lo que indigna no son las mentiras del Gobierno sino la corrupción del rey emerito que quita el sueño a los españoles. Risto Mejide lleva semanas dedicándole programas enteros que aburren hasta a las ovejas.

O de Javier Negre interpelando a un mantero. ¡Racista!

La culpa es de Isabel Díaz Ayuso, más mala que la niña del exorcista. Sonsoles Ónega, fiel aliada del Gobierno, se le fue al cuello y Ayuso casi se va tirando el pinganillo… «¡Ya estamos!», le dijo Ayuso con cara de asco.

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