Los tertulianos afectos a los argumentarios de Moncloa hacen horas extras en los platós de las televisiones del Gobierno para defender que el dinero de Europa no viene con recortes bajo el brazo.
Eso fue en el 2012 con el malo malísimo de Mariano Rajoy, pero con Pedro Sánchez es diferente porque le han dado 140.000 millones casi por la cara. Y no lo tendremos que pagar hasta 2058. Que siga la fiesta.
Y no es verdad —se apuran a decir— que eso implicara un cambio en la reforma laboral «porque aquello jamás estuvo sobre la mesa», nos dicen como si hubiésemos de pronto perdido la memoria.
Es lo que la periodista de elDiario.es, Esther Palomera, vino a decir cuando dio su particular versión de la derogación de la reforma laboral que firmó el PSOE con Bildu y Podemos.
La intención de Palomera era ahuyentar los fantasmas de una intervención encubierta: «No digamos ahora que vienen a controlarnos».
—En ese acuerdo que firmó el PSOE con Unidas Podemos no se habla de la derogación total de la reforma laboral. Es más, en la enmienda pactada con Bildu en primera instancia se habla de ‘derogación total’ y cuando [Antonio] Garamendi (CEOE) levanta el teléfono y llama a la ministra [Nadia] Calviño y pone el grito en el cielo ese acuerdo se corrige. Y se corrige a sabiendas de que el pacto de coalición no incluía esos términos. Era un debate meramente semántico.
Ahí fue cuando terció el presentador de ‘Cuatro al Día’, Joaquín Prat:
—Semántico o no, está firmado en un documento
—¿En qué documento?
—¡Pero si lo primero que hizo Bildu fue mostrarlo!
—Pero que se corrigió 60 minutos más tarde.
—Es que como teníamos 40.000 muertos encima de la mesa no me había enterado, perdóname Esther.
No fueron 60 minutos sino cuatro horas después, al filo de la medianoche, cuando llegó la rectificación por parte del PSOE diciendo que quedaba anulada la parte del pacto con Bildu y Podemos que prometía la derogación «íntegra», siendo sustituida por un enunciado más ambiguo, que habla de tumbar (sin etiquetas ni plazos temporales) la reforma, y en concreto dejar sin efecto cuanto antes sus aspectos más lesivos.
Es más, Moncloa culpó a Adriana Lastra de firmar el acuerdo con Bildu sin consultar su contenido con el Gobierno.
