"Esperar a septiembre para tomar medidas es una mala idea"

Ignacio Camacho: «Estamos repitiendo el error del 8-M al querer salvar el verano»

"Será difícil explicar que después de cuarenta mil muertos y tres meses de encierro, ni la sociedad ni sus dirigentes fueron capaces de tomarse una epidemia en serio"

Ignacio Camacho: "Estamos repitiendo el error del 8-M al querer salvar el verano"
Ignacio Camacho avisa sobre volver a caer en el error de esperar a tomar medidas frente al coronavirus.

Fino analista donde los haya, Ignacio Camacho es una de las plumas de referencia del periodismo español y sus tribunas, de obligada lectura.

Este 14 de agosto de 2020 escribe un artículo en ABC donde hace saltar todas las alarmas viendo como el coronavirus ha vuelto a descontrolarse en España.

Afirma con contundencia que se está repitiendo el error del 8-M, es decir que por salvar la marcha feminista se pospusieron las medidas contra el Covid-19 y algo similiar está aconteciendo por intentar anteponer la economía y el veraneo a unas decisiones que deberían de ser mucho más estrictas ante lo que ya es un atisbo más que evidente de una segunda ola del virus:

El gran error del Gobierno ante la pandemia, el que le perseguirá cada vez que se hable de ella, fue el de soslayar la contención del contagio para evitar su impacto negativo sobre la manifestación feminista del 8 de marzo. Como nadie parece haber aprendido nada de aquel ni de otros fracasos, el propio Gabinete y las autonomías están volviendo a cometer el mismo fallo, sólo que ahora no es la ideología el objetivo a preservar sino la temporada turística y hostelera de verano.

Dice el columnista del diario de Vocento que el virus no entiende de calendarios ni de situaciones socioeconómicas de un país:

Una bienintencionada razón económica que podría servir de descargo si no fuese porque este virus tiene la mala costumbre de no respetar el calendario y porque hasta para el observador más profano se hace ya evidente que la infección se ha descontrolado. Vamos tarde y el retraso en la toma de medidas contundentes puede tener un precio muy caro. Y no lo pagaría sólo el sistema sanitario, en el que nueve sociedades medico-científicas observan inquietantes indicios de estrés elevado; es el país entero el que corre riesgo de entrar en colapso si hay que recorrer hacia atrás, en todo o en parte, el camino de falsa normalidad andado desde mayo. La economía, el bien general que se trata de poner a salvo, no resistirá otro bloqueo sin venirse definitivamente abajo.

E insiste en que no se puede perder tiempo esperando a actuar en septiembre:

Esperar a septiembre es una mala idea. A la actual velocidad de propagación, el comienzo del curso escolar y el retorno al trabajo llegarán en condiciones objetivas de emergencia. Hay regiones donde la segunda oleada es en este momento una realidad manifiesta; cada día de inacción proyectará sobre el final de las vacaciones una progresión exponencial de consecuencias.

Para Camacho uno de los errores capitales es la falta de coordinación entre las diferentes administraciones:

Los planes (?) optimistas han fracasado por una mala evaluación del problema, por exceso de confianza en la tregua y porque las instituciones autonómicas carecen de herramientas jurídicas –y en algunos casos, de determinación política– para adoptar decisiones enérgicas. Falta coordinación y a estas alturas sobra cautela y quizá negligencia; el ministerio se limita al seguimiento de las cifras desde el centro de alertas dejando que las autonomías se apañen como puedan, y el presidente está tumbado al sol en una mansión lanzaroteña. Tampoco funciona la autoprotección ciudadana; la insensata ligereza de ciertos sectores de población demuestra que la presunta responsabilidad cívica del confinamiento no fue más que un ejercicio de resignada obediencia.

Y concluye que nadie entendería que después de más de 40.000 muertos los responsables políticos y también la sociedad no se haya tomado la pandemia en serio:

Se acaba el tiempo. El intento de salvar el verano amenaza con desembocar en un otoño funesto. El propósito era elogiable pero urge un replanteamiento antes de que la situación se descomponga –otra vez– por completo. El margen se va haciendo estrecho; luego vendrán los reproches, las culpas arrojadizas, la impotencia, los lamentos. Y será difícil explicar que después de cuarenta mil muertos y tres meses de encierro, ni la sociedad ni sus dirigentes fueron capaces de tomarse una epidemia en serio.

La chulería con la que Fernando Simón responde a una periodista que preguntó por sus inoportunas vacaciones en Portugal

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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