Uno de los agentes de la Policía que llegó al lugar nada más atacar por la espalda Rodrigo Lanza al zaragozano Víctor Laínez explicó este 8 de septiembre de 2020, en el segundo juicio, el espeluznante estado en que el ‘progre’ abandonó al ‘facha’ de los tirantes con la bandera española.
«Los ojos prácticamente le salían de las órbitas, respiraba muy poco, sangraba por la boca, por los oídos, por todas partes».
El antisistema, al que han elogiado reiteradamente periodistas y políticos de izquierdas, dejó a su víctima ahogándose en sangre tras reventarle el cráneo.
Así lo relataron ayer, durante el juicio, los policías que acudieron al lugar.
DE CINCO EN CINCO
De cinco en cinco. Así paga sus fechorías, en años, Rodrigo Lanza. Cinco años por dejar tetrapléjico a un policía y cinco por matar a un hombre que vestía unos tirantes con la bandera de España.
Hasta ahora y menos que prospere este proceso y se haga por fin Justicia, Rodrigo Lanza Huidobro se irá a la calle der la misma forma que lo hizo poco después de ser condenado a cinco años de cárcel en 2008, por haber dejado tetrapléjico dos años antes a Juan José Salas, un policía local de Molins de Rei (Barcelona), casado y con cuatro hijos, al que le lanzó una maceta en la cabeza desde el interior de un casal okupa en Barcelona.
El golpe y la caída provocaron que el agente se rompiese el cráneo por cuatro sitios diferentes.
Con 39 años Juan José Salas quedó tetrapléjico. Fue en el año 2006. Desde entonces va en silla de ruedas.
Tras aquel suceso, y la posterior publicación del documental ‘Ciutat Morta’, en el que se narran los hechos acontecidos aquella noche de forma totalmente sesgada, Lanza se convirtió en una especie de símbolo para la comunidad antisistema de toda España. Incluso contó con una campaña en numerosos medios de comunicación donde se le consideraba inocente y se le calificaba de víctima de un montaje policial.
SEGUNDO JUICIO
El segundo juicio contra Rodrigo Lanza por el homicidio de Víctor Laínez, ocurrida el 12 de diciembre de 2017, comenzó en la Audiencia Provincial de Zaragoza este 7 de septiembre.
En la primera sesión, las acusaciones particular y popular volvieron a pedir 25 años de prisión por asesinato, mientras que el abogado de la defensa, Endika Zulueta, consideró a Lanza «no culpable» de este cargo.
El suceso tuvo lugar el 8 de diciembre de 2017 en un bar del casco histórico de la capital aragonesa y el juicio en la Audiencia Provincial se celebró en noviembre de 2019, pero el veredicto y la sentencia, que condenaba a Lanza a cinco años de prisión por homicidio imprudente, fueron recurridos por las partes y en marzo de este año el Tribunal Superior de Justicia los anuló y ordenó la repetición del juicio.
El Ministerio Fiscal y las acusaciones, tanto la particular como la popular -que ejerce Vox a través del diputado David Arranz-, han coincidido en pedir 25 años de prisión para el acusado, a quien consideran responsable de asesinato agravado por motivos ideológicos, mientras que la defensa, ejercida por el abogado Endika Zulueta, estima que no hubo delito en la actuación de Lanza y que en ningún momento tuvo intención de matar.
Zulueta fue el letrado que defendió al cerebro del brutal atentado de Atocha, Rabei Osman el Sayed, Mohamed El Egipcio, absuelto en el proceso en España y que actualmente cumple condena de ocho años en Italia por pertenencia a banda armada.
Cuando deja los juzgados y se desprende de la corbata, toca el bajo en una de las bandas pioneras del punk en España, Familia Real, contemporáneos de La Polla Records o Parálisis Permanente.
Zulueta argumentó que Lanza reconoció que agredió a Laínez, pero que actuó porque la víctima llevaba una navaja con la que iba a atacarle y, por tanto, por un profundo temor a perder la vida, sin que tuviera influencia alguna la supuesta ideología política de la víctima.
El relato de los hechos que defienden la acusación y el Ministerio Público es que Lanza entró en el bar y fue advertido por un amigo de la presencia de Laínez, de quien dijo que solía vestir unos tirantes con la bandera española, como los que, según la fiscal Ana Cabezas, la víctima llevaba ese día, y que tras intercambiar algunos insultos lo atacó de espaldas y le propinó un fuerte golpe en la cabeza, que le derribó, para seguir propinándole patadas y puñetazos en el suelo.
De «ejecución» ha calificado incluso los hechos el coacusador particular, José Luis Melguizo, que ha advertido al jurado de que Lanza «se propuso quitarle la vida» a Laínez, mientras que su abogado ha defendido que actuó motivado por el miedo, porque percibió que la víctima, de quien ha recordado que medía 1,90 y pesaba 120 kilos, tenía una navaja con la que pretendía atacarle.
FURIA HOMICIDA
En la sesión de este martes declararon, además de tres policías y el dueño del bar, los tres ‘amigos’ con los que Lanza estaba en el bar tomándose unas copas –dos chicas y un chico-.
Todos ellos lo hicieron después de que declarara Rodrigo Lanza, que solo respondió a las preguntas de su abogado, Endika Zulueta.
Fue en un accidentado interrogatorio por la irritación de la magistrada que preside el tribunal del jurado, María José Gil Corredera.
La juez espetó un sonoro «si pudiera, me marchaba» tras un rifirrafe con el letrado Zulueta, con el que mantuvo un rifirrafe tras reprenderle por excederse en el interrogatorio.
Tras ese incidente llegaron los testigos. El abogado del antisistema no consiguió sostener la versión exculpatoria de su cliente con el testimonio de esos tres jóvenes, que entraron en contradicciones entre sí a la hora de referirse a cómo se desarrolló la mortal agresión y que incluso negaron o no refrendaron algunas partes de la versión dada por Lanza.
El amigo del antisistema llegó a reconocer que el Rodrigo Lanza «estaba fuera de sí» cuando pateó a su víctima, que le gritó que parara su agresión, y que el crimen no habría ocurrido «si nos hubiéramos marchado» del bar. También negó que fuera el fallecido quien inició el mortal encontronazo.
Dijo que él no vio que Laínez le hiciera gesto alguno al antisitema para llamar su atención, que ese hombre estaba en la barra sin más y que fue Rodrigo Lanza quien se acercó a él después de que entre ellos hablaran entre sí de que la víctima, en su opinión, era un «fascista» que vestía tirantes con los colores de la bandera de España.