"ESPAÑA SE ENFRENTA A UN PANORAMA DESOLADOR"

Alfonso Ussía: «Sueldos»

En España, se han cerrado decenas de miles de negocios y millones de españoles han perdido su sueldo, la nómina, el salvoconducto de su supervivencia. España, que ha llegado a ser la octava potencia económica del mundo, está a punto de ingresar en la nublada relación de “Países en Vías de Desarrollo”.

Creo tener cumplida información de que el Ministerio de Hacienda revisa con especial interés las retribuciones de los asalariados, los únicos que no escapan a sus garras y carecen de instrumentos fiscales para ocultar sus ingresos. Porque en España, no pagan los que más tienen, sino los que más y mejor trabajan.

La Nobleza, en el más amplio sentido de la palabra, siempre tuvo un trato especial con quienes habían trabajado en su casa o en las empresas familiares durante toda la vida. En algunos casos, con notable exageración. En mi familia, por poner un ejemplo cercano, han ganado más dinero y heredado mejor los que han trabajado para la familia que la propia familia.

Como escribió Jaime Gil de Biedma, “no somos una familia bien venida a menos, sino una familia mal ida a peor”. Se me antoja una sentencia alejada del pensamiento del gran poeta barcelonés con raíces segovianas, porque Gil de Biedma, además de su enorme talento poético, era más snob que el chaleco del Duque de Windsor, que en paz descanse, obviamente el duque de Windsor, no su chaleco, que ha descansado también.

Ganar en una empresa, hoy por hoy, 8.000 euros por catorce pagas, tan sólo por descolgar de cuando en cuando el teléfono y “abrir puertas” para la generosa empresa en la que se no se trabaja pero de la que se percibe una remuneración nada distante con el milagro, no está al alcance de todos.

Pero algunos miembros de la Nobleza, consideran que el apoyo a la mujer necesitada es norma de cumplimiento insalvable.

Y me congratulo de ello. Esa gran empresa, tiene centenares de mujeres en nómina, que cumplen diariamente con sus obligaciones por mucho menos dinero que 8.000 euros mensuales, pero acuden cada día a su trabajo con dos ilusiones. Satisfacer la confianza que la empresa ha depositado en ellas, y sea en las esferas profesorales o en las funciones propias de la secretaría, merecer los sueldos que les permiten reforzar o mantener la siempre azarosa economía familiar.

No obstante, sus nóminas y de existir, las amables compensaciones voluntarias al buen hacer de sus trabajos, son conocidas en Hacienda, y las retenciones y liquidaciones no perdonan.

En la empresa que nos ocupa, disfruta, al contrario, un “status” especial la esposa de un alto mandatario de España. No acude a trabajar, de cuando en cuando descuelga el teléfono y “abre puertas”, y le llevan a su amplio y ajardinado hogar, bien por mensajero, bien por conducto de su propio grupo de chóferes, el sobre que contiene su asignación mensual en rama.

Es lógico, que el miembro de la Nobleza que manda y decide en tan importante empresa, se hace cargo de los impuestos de su asesora en el llamado Continente Negro, pues de lo contrario, la Agencia Tributaria actuaría contra la trabajadora por ocultar sus ganancias o no contribuir con sus impuestos al Tesoro Público.

Hay mucho del Cid Campeador en el heroico y desprendido proceder de ese desinteresado empresario.

Entretanto, España se arruina, quiebra, enferma, enloquece y se enfrenta a un panorama desolador. No sirve aplaudir al Rey en las reuniones con los empresarios. Basta y sobra con no traicionarlo manteniendo en su empresa a la mujer del que lo traiciona. Pero en ocasiones, la Nobleza no entiende bien esas cosas.

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Autor

Alfonso Ussía

Columnista de opinión en las más prestigiosas cabeceras nacionales, ha obtenido, entre otros, los premios González Ruano y Mariano de Cavia de periodismo, el Jaime de Foxá de literatura cinegética, el Baltasar Ibán de periodismo taurino, el Fíes y la Pluma de Oro del Club de la Escritura.

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