EDITORIAL QUILOMBO

El Quilombo / Lluvia de críticas a la botarate de Ciudadanos que acusa a nuestros padres del maltrato a las mujeres

El Ayuntamiento de Córdoba retira la campaña de Igualdad tras la polémica

El cartel del Ayuntamiento de Córdoba donde gobiernan PP y C’s con la campaña «De mayor no quiero ser como mi papá» de la Delegación de Igualdad con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres del próximo 25 de noviembre podría haberlo firmado Podemos. Que se lo hagan mirar. ¿Sorprende? No tanto.

Lo subió Twitter José Ramírez del Río, diputado de VOX por Córdoba, quien ha afirmado que «ni Podemos se había atrevido a criminalizar tanto a los hombres y a los padres. ¡Qué vergüenza!».

Tras la suspensión de la campaña, el alcalde de Córdoba, José María Bellido, ha lanzado el siguiente mensaje en su perfil de Twitter: «Esto lo digo como padre y también como alcalde. Acertada decisión de retirar una campaña que trasladaba un mensaje confuso a la sociedad». No hay noticias de que Eva Timoteo (C’s), la delegada del área municipal, haya presentado su dimisión por haber ideado esta disparatada campaña.

¿Mensaje confuso? Al contrario, se explica perfectamente. De mayores los concejales de PP y C’s de Córdoba quieren ser como los de Podemos. Así de claro.

No es un patinazo ni una anécdota sino un reflejo de lo que está pasando. Criminalizar a los padres es lo que hacen las élites. Es un instinto freudiano propio de revolucionarios en pijamas. Imaginemos a esos concejales dibujando el cartel e imaginando al macho pegador, bruto como un arado llegando a casa borracho para pegarle a nuestra madre.

¿Se ajusta a la realidad? Sí, pero a la de los años ’40 0 ’50, o si me apuran toda la mitad del siglo XX, en España y en el resto de las sociedades industriales.

¿Sufren de las mismas ensoñaciones revolucionarias que los de Podemos? ¿De verdad piensan que la violencia tiene sexo como piensan los ideólogos del feminismo más trasnochado?

Les ocurre como cuando los estudiantes del mayo del ’68 intentaron tomar las fábricas, y los obreros se preguntaban: ‘¿Qué quieren estos niños de papá?’. Se entiende mucho mejor así el tuit de la podemita Gloria Elizo eufórica por el cierre de un restaurante como Zalacaín a la que le da igual que 50 familias se queden en la calle porque ellos no quieren ser como sus padres, como la España que madruga y paga impuestos y quiere vivir en paz.

Son pirómanos con nómina y coche oficial, y no por eso hay que tomarlos menos en serio. En el fondo detestan este país, («No me sale decir España», confesó Iglesias cuando no mentía) sus tradiciones, sus gentes, sus familias.

¿Cómo no iba a darles exactamente igual la muerte de miles de abuelos asfixiados en las residencias que forjaron la mejor España en varios siglos? Ellos se piden la eutanasia y el aborto como Kamala Harris, la candidata de la COPE.

Sueñan con arrasarlo todo con la agenda 2031, la del PIN que lucen Maroto, Sánchez e Iglesias, que en el fondo obedecen a los mismos amos.

No es un tema de izquierdas y derechas sino de la conquista de la sociedad por medios antidemocráticos a manos de una casta, una élite, un establishment. De ahí que se emocionen con adolescentes cuando le patean la cabeza a un policía o saquean una tienda Lacoste. La marca de ropa de los ricos.

Mirémonos en el espejo de Estado Unidos. Allí esta élite de billonarios que se permite decidir qué tenemos que pensar y decir lleva 25 años intentando marcar el paso de la sociedad americana, a la que detestan.

Detestan al típico tipo heterosexual de clase obrera, al que le gustan las armas, ir a misa, cuidar de su familia, decir tacos y chistes verdes. Les exigen que paguen impuestos y que estén callados. La gente que quiere vivir en paz y pagando bajos impuestos es ridiculizada por los medios.

Lo que les caracteriza es su hipocresía y cinismo. La arrogancia en lugar de la benevolencia forzada simulando que ayudan a los niños o al planeta. No se sienten españoles sino ciudadanos del mundo.

Detestan que defendamos nuestras fronteras, lo ven como algo bárbaro y fanático que hay que dejar atrás. Les hacemos quedar mal porque despotricamos contra la ONU y esas burocracias internacionales que amenazan nuestra soberanía.

Somos trogloditas que defendemos la vida en el útero materno desde la concepción. Exigimos jueces que defiendan la ley, no que se la inventen a su gusto. Queremos y defendemos la misma América que defendieron nuestros Padres Fundadores. No lo soportan. Detrás de toda su empalagosa retórica de paz, economía sostenible y transformación digital lo único que les importa es el poder.

Y ven que el poder se les escapa de las manos, al tiempo que pierden elecciones. Han elegido un camino alternativo. Despreciar la democracia construyendo burocracias alternativas en organizaciones no gubernamentales como la ONU. Ya que las gente no les vota, han decidido aumentar su poder de influencia en estos ámbitos y controlarlos. Y un día nos despertaremos y esa América ya no existirá.

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