Bienvenidos a un Quilombo más en el que tenemos que hablar de la marmota catalana, a la que le crecen las garras y los colmillos. Cataluña es una tierra de odio, hostil y despiadada. Su aire es irrespirable. Mientras más pequeño el pueblo, más grande es el infierno que les espera a los que no se arrodillan ante el independentismo.
Allí a un partido como VOX que defiende la Constitución y la libertad, le esperan las barricadas, los insultos, los huevazos, las pedradas y el destrozo de sus coches. La ‘kale borroka’ sin mascarilla y a cara descubierta. Como no vayan escoltados por los Mossos d’Esquadra, sus vidas corren serio peligro.
Y como me decía Juanjo Aizcorbe, nosotros nos volvemos a Madrid o Barcelona pero nuestros simpatizantes tienen que convivir con ellos todos los días. Ignacio Garriga y Javier Ortega Smith tuvieron que salir escoltados fuertemente de VIC y sus vehículos fueron embestidos.
Pasarán miedo, se los aseguro porque lo he vivido en primera persona. Son gente normal que te insultan con un odio indescriptible. Es lo que le lleva a amiga Cristina Seguí a hablar de banalidad del mal citando a Hannah Arendt aunque yo creo que hay hablar directamente de racismo como lo explica Miquel Gimenez en entrevista que podrán ver hoy en El Quilombo.
Y no son una minoría como dicen los lustrabotas de Moncloa en las televisiones. Son muchos, están organizados y obedecen órdenes políticas nada menos que de la Generalitat de Cataluña.
