Alfonso Rojo: «Tras el desastre en las elecciones catalanas, el único que ‘dimite’ en el PP es …¡el edificio de Génova, 13!»

El asunto se las trae.

La primera reacción del PP a los pésimos resultados obtenidos en las elecciones catalanas, no ha sido ‘cortar cabezas‘ de dirigentes, ‘emplumar‘ a sus asesores de comunicación o entonar un sincero y sentido ‘mea culpa‘. Lo primero ha sido hacer ‘dimitir‘ a un edificio.

Ha anunciado Pablo Casado que los populares abandonarán la actual sede nacional del partido, en el número 13 de la calle Génova de Madrid, para mudarse a un nuevo inmueble.

Como símbolo de ruptura con un pasado teñido de chapuzas, mangancias y debilidades, puede entenderse esta transhumancia inmobiliaria, pero la ‘emigración‘ tiene poca sustancia, a menos que venga acompañada –ipso facto– de un cambio de verdad.

Irse de Génova 13 a un local más modesto, sólo tiene sentido si va acompañado de la firme voluntad de iniciar un proceso de fusión con Ciudadanos, refundando el centro derecha español al menos en parte.

Así como al PP de Rajoy y Soraya le sobraban melindres, caraduras, arribistas y complejos, a este PP de Pablo Casado y Teodoro García Egea le sobran obsesiones mediáticas y tacticismo cortoplacista y le falta una estrategia global, sintonizada con la visión que tienen de España los paisanos que siguen votando a Ciudadanos, aunque cada día menos, y los que lo hacen a VOX, cada día en mayor número.

No se puede obviar que la inmensa mayoría de esos españoles proceden de un PP que les defraudó por no haber sido firme cuando había que serlo, como quedó patente en Cataluña a la hora de aplicar el 155 o de defender a quienes se arriesgaban a rotular en castellano o exigir en el colegio una enseñanza en el idioma de todos para sus hijos.

Han huido del PP no porque duden de su capacidad de gestión o preparación técnica, sino porque le han visto renunciar reiteradamente a reivindicar con valor principios y valores clave.

Eso es lo que deben debatir los dirigentes del PP cuanto antes y eso es lo que deben acometer con decisión y urgencia, asumiendo los sacrificios personales que sean necesarios.

Intentar agradar a los periodistas que les dan caña -como hacia el equipo de Rajoy a la hora de repartir publicidad, subvenciones y puestos en tertulias- y tratar de conciliarse y ser perdonados por esos sectores que jamás te votarán, es una memez.

Predicar abrazo y concordia cuando estamos en plena batalla por el futuro de España como nación, sólo conduce al desastre.

No vivimos momentos de cambalache, sino de combate.

ALFONSO ROJO

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