Pilar Rahola sigue lamiéndose las heridas y se ha ido a llorar a los hombros de Risto Mejide por su despido de La Vanguardia.
La ya ex columnista del diario de Godó sigue sin aceptar que se ha convertido en víctima de la crisis del papel y de que la decisión ha sido empresarial, puesto que en ‘TEM‘ aludió a razones ideológicas.
«Mi línea de pensamiento es republicana e independentista y estaba en choque con la de La Vanguardia, que se ha radicalizado en defensa del Estado a raíz del proceso catalán»
Un argumento que estará muy bien para calmar su ego pero que no explica entonces que llevara 12 años colaborando con el rotativo, ya que ella independentista lo ha sido siempre.
La escritora recuerda que entró en 2007 pero son doce con columna diaria. «Cuando entro fue un reto para ambas partes ya que era un periódico conservador y españolista y yo era indomable. Era fusionar ambas voluntades y Pepe Antich tenía la voluntad de abrir La Vanguardia a nivel ideológico. Todos los fichajes independentistas han ido cayendo. Yo no tuve sensación de presiones durante bastante tiempo y mantuve mis posiciones con notable libertad pero en un momento hubo problemas, llamadas y amenazas y hace meses me dijeron que me echaban por unos artículos de crítica a la Monarquía y a Don Juan Carlos».
Yo pude hacer mis artículos hasta 2017 pero después se radicaliza todo. Hace poco me llaman y me dicen que me echan. Al final ese momento se salva pero acaba cuajando
«No es censura de un día, hay un recorrido para silenciarme. Yo decía que no cada vez que se me daba un toque», resumió.
Mejide le contestó que a él le habían contado desde La Vanguardia que no era así: «Eras de las personas que más cobraba y que cuyo rendimiento, sobre todo en artículos digitales, ha bajado más”.
Rahola se llevaba de La Vanguardia 100.000 euros anuales por sus soflamas a favor del fugado Puigdemont
«Pilar Rahola era el tercer sueldo de La Vanguardia y su audiencia se había desplomado. Más de 100.000 euros anuales por cuatro artículos a la semana, y tenía un cada vez más reducido y marginal núcleo de lectores». Lo cuenta Salvador Sostres en su columna en ABC ‘Una diva en retirada‘ sobre el fulminante despido de la columnista y tertuliana del diario del grupo Godó.
Como contábamos en Periodista Digital, Rahola era despedida tras una colaboración de 12 años con el rotativo barcelonés.
Sostres explica que a la ex política cada vez le quedaban menos fieles y dado el pastón que se embolsaba, a la empresa no le quedó más remedio que poner tierra de por medio, aunque muchos medios, seguramente a través de filtraciones interesadas, destacaban que su purga llegaba tras el acuerdo entre ERC y Junts para formar ‘Govern’.
La total indiferencia con que incluso el grueso del independentismo reaccionó al cese, daba la razón al director de La Vanguardia, Jordi Juan, en su argumento cuantitativo. Además, también es cierto que las columnas de Rahola habían perdido cualquier calidad -si es que alguna vez la tuvieron- y se habían convertido en meros panfletos de la causa perdida de Carles Puigdemont
«Rahola lleva tres días descubriendo lo poco importante que es, y en realidad lo poco importantes que somos los columnistas», continúa Sostres, que insiste en que la decapitación de su ya ex colaboradora se debe a motivos empresariales y no a represalias políticas, como ha intentado hacer creer la aludida.
El victimismo ideológico con que la agitadora pretende ahora disimular su pobre decadencia no sólo es falso sino que además es ridículo. Ni el director de La Vanguardia, ni su editor, Javier Godó, se dieron cuenta el sábado de que Rahola era independentista. Siempre lo ha sido, y así se dedicó a la política, primero desde Esquerra Republicana, y luego fundando su propio partido (el PI, Partit per la Independència) y así ha podido escribir lo que ha querido durante 12 años. Atribuir el cese de Rahola a su independentismo es no entender que Rac1 es una radio de tono marcadamente independentista y que convive perfectamente en la dinámica del grupo. Javier Godó no es un editor sectario, pero a su hijo Carlos, tirar el dinero por la ventana, no le parece la mejor idea del mundo. Y esto es exactamente lo que La Vanguardia llevaba un tiempo haciendo con la que en otros tiempos fue su columnista más leída.
