Evaristo Castedo

La Estenosis aórtica: una enfermedad más frecuente de lo que se pensaba

La prevalencia de EA aumenta con cada década de la vida

La Estenosis aórtica: una enfermedad más frecuente de lo que se pensaba

La válvula aórtica está ubicada entre el corazón y la aorta. Su función es permitir el paso de la sangre oxigenada desde el ventrículo izquierdo hacia el resto del cuerpo con cada latido cardiaco (sístole), evitando que la sangre vuelva al corazón cuando éste se relaja (diástole). En condiciones normales, el área de la válvula aórtica está por encima de 3 cm2.

Cuando la válvula se estrecha y este área se reduce de forma patológica, hablamos de Estenosis Aórtica (EA).

Desde el punto de vista epidemiológico, la EA es la valvulopatía que más frecuentemente se diagnostica y trata en los países desarrollados.

La causa más frecuente de EA es la degeneración cálcica de la válvula asociada a la edad (80% de los casos), seguida de la enfermedad reumática y la congénita.

Los síntomas principales de la EA son la fatiga (disnea), el dolor opresivo en el pecho (angina) y la pérdida de conocimiento (síncope), pudiendo ser causa de muerte súbita. Cuando la enfermedad se vuelve sintomática, el pronóstico es malo si no se trata, ya que la esperanza de vida se reduce de manera drástica.

La prevalencia de EA aumenta con cada década de la vida. Dado que la población del mundo occidental está envejeciendo, se antoja muy interesante conocer la prevalencia real de EA en nuestro medio, con el fin de dimensionar el problema y diseñar una estrategia adecuada para su diagnóstico y tratamiento.

Un reciente trabajo de Ramos Jiménez et al, titulado Cribado poblacional de estenosis aórtica: prevalencia y perfil de riesgo, analiza la carga real de EA en una población española de edad avanzada, así como el perfil del paciente afectado.

La original idea de los autores fue la de realizar un cribado ecocardiográfico en dos centros de atención primaria de Madrid, de forma concomitante a la campaña de vacunación antigripal de los años 2017-2018. De este modo, consiguieron tener acceso a una población de edad avanzada (≥ 65 años) sin antecedentes de EA y evitar el sesgo de selección, dado que los individuos estudiados no iban al médico por síntomas sino por otro motivo no relacionado con su posible cardiopatía.

En el estudio participaron un total de 522 personas con una edad media de 78,7 años (61% de mujeres). La «esclerosis aórtica» (paso previo a la EA) se detectó en el 53,4% de los sujetos, apareciendo en el 85,1% de los mayores de 85 años. Un 4,2% de la población analizada presentó algún grado de EA: leve (1,9%), moderada (1,9%) y grave (0,4%). La prevalencia de EA guardó también una clara relación con la edad, ya que en los mayores de 85 años fue del 12,8%. La etiología de la EA fue en todos los casos degenerativa-calcificada.

La gran mayoría de los sujetos con EA (59,1%) fueron pacientes robustos (no frágiles) y aunque muchos presentaron comorbilidades, el 54,5% de ellos tenían un bajo riesgo quirúrgico.

En resumen, el presente trabajo demuestra que la carga real de EA en la tercera edad es más elevada que la reportada hasta la fecha, y que tanto el grado de fragilidad como el eventual riesgo quirúrgico de los afectados son bajos.

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