Perú: el comunista Castillo se impone a Fujimori en la lucha por la presidencia

Perú: el comunista Castillo se impone a Fujimori en la lucha por la presidencia
José Pedro Castillo Terrones (PERU). PD

El comunista José Pedro Castillo Terrones, maestro rural de 51 años, será el nuevo presidente de Perú tras imponerse en una apretada elección a Keiko Sofía Fujimori.

Por un puñado de votos y al final, pero Castillo ha ganado bajo el lema «no más pobres en un país rico» y blandiendo su ya célebre lápiz, símbolo de su campaña, con el que dice querer «re-escribir la historia en el año que conmemora el bicentenario de la independencia».

El líder  de Perú Libre, que se convirtió en la gran sorpresa durante la primera ronda electoral, se mueve ideológicamente en parámetros que compaginan la izquierda radical con el conservadurismo; es, dicen, revolucionario en lo económico y conservador en lo social (cita, por ejemplo, pasajes bíblicos en sus discursos de rechazo al aborto o la eutanasia).

Castillo nació en San Luis de Puña, Cajamarca, en la sierra norte de Perú, en el seno de una familia campesina y humilde. Allí compaginó la escuela -tardaba dos horas en llegar caminando- con el trabajo en el campo. Fue en secundaria, donde conoció a su esposa, Lilia Paredes, con la que tiene tres hijos.

Estudió Magisterio con especialización en Psicología Educativa. Desde 1995 ha sido maestro de escuela allá en la sierra.

Castillo fue rondero, es decir, miembro unas organizaciones comunales de defensa conocidas como las rondas campesinas, según explica la BBC.

Su primera incursión en política se produjo en 2002, como candidato a una alcaldía que no consiguió. Formó parte del partido del expresidente Alejandro Toledo, en el que se mantuvo hasta 2017. Fue precisamente ese año, en 2017, cuando se convirtió en líder sindical al frente de una huelga de profesores en varias regiones del país en la que los manifestantes pedían, entre otras casos, un aumento de sueldo para los docentes. En esa época, Castillo adquirió cierta notoriedad.

El año pasado, en 2020, anunció su candidatura presidencial por el partido Perú Libre. Dio ese paso después de que el líder de esa formación, Vladimir Cerrón, fuera inhabilitado y condenado a más de tres años y medio de cárcel por corrupción.

El domingo, tras depositar su voto, Castillo se dirigía a la población para pedir un futuro de unidad: «Si no nos unimos, no sacaremos adelante nuestro país. Haremos todo lo posible para dar a los peruanos salud, educación, tranquilidad y bienestar con justicia».

Durante su campaña ha centrado su discurso en querer reconocer la salud y la educación como derechos fundamentales; así como en luchar contra la corrupción. Y ha asegurado que respetará la propiedad privada, las empresas y el sistema de pensiones; un gesto con el que ha querido captar a la izquierda más urbanita y alejada de sus grandes apoyos (que se encuentran en las zonas rurales y en el interior del país).

En lo económico, ha propuesto una «economía popular con mercados» y un Estado «interventor, planificador, empresario y protector» que impulse la creación y distribución de la riqueza.

No han faltado declaraciones controvertidas para algunos sectores, como sus afirmaciones de que en «Venezuela se vive una democracia» o que convocará un referéndum para la aprobación de una Asamblea Constituyente.

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