El Doctor Sánchez, "the hot president" para la prensa rosa americana

Juan Pérez de Mungía: «Impunidad»

Una sucesión de hechos, decisiones y manifestaciones políticas han estimulado la putrefacción en la sociedad

Juan Pérez de Mungía: "Impunidad"

España sufre la extensión de una lacra legislativa, un vicio moral que se justifica en la propaganda y se ampara en el poder ejecutivo omnímodo del simulador, el Doctor Sánchez, «the hot president» para la prensa rosa americana que le etiqueta como el político mas sexy.

Una sucesión de hechos, decisiones y manifestaciones políticas han estimulado la putrefacción en la sociedad. La impunidad se ha cobrado sus víctimas, los españoles, mientras los verdugos se enseñorean mostrando como virtud el ejercicio del delito, como una de las más bellas artes, la corrupción política y social. Todo el discurso está trufado de inversiones semánticas que amparan y protegen al delincuente.

Una breve e incesante malversación de la realidad ha permitido que el hombre de a pie perciba como su voluntad de cumplir la ley choca sistemáticamente con aquellos que la pervierten. Se ha instaurado una asimetría en muchos ámbitos de la sociedad española. Para empezar y, el orden narrativo no es importante, se ha ido trasladando a los asesinos etarras a cárceles, primero, a las próximas a sus domicilios, luego, reduciendo penas y liberando a la mayor parte de los psicópatas para que puedan ser homenajeados, victoriosos y alabados por los estrategas del terror. Como a Henri Parot, 26 sentencias, 82 asesinatos, 4800 años de la cárcel en la calle y con homenaje. Muchos jóvenes asalvajados protegidos por ese proceso de nazificación del gobierno para convertirse en héroes. Futuros reclutas de las SS.

Los estrategas del golpismo han sido perdonados sin que hayan mostrado un mínimo atisbo de arrepentimiento. Muy al contrario. Ahora piden el mismo trato para todos sus sicarios. El castigo penal ha sido convertido en mera propaganda para su proyecto de destrucción social.

No es casualidad que se haya instalado en la sociedad una cierta complacencia con la violencia y el ejercicio de mostrarla es para una parte de la población la manifestación de una conducta aceptada socialmente. Un acusado de matar a Samuel en La Coruña indicó: «Le voy a matar, no tengo nada que perder», pero el mismo comportamiento induce a los delincuentes a campar a sus anchas y a otras personas que sin serlo ven la oportunidad de ejercer una violencia gratuita, sin sentido y donde no se percibe el riesgo, así asesinan una mujer de 66 años que contrató a tres personas para hacer una mudanza en Nombela y, al parecer, tras intentar abusar de la misma, la mataron, quizás pensando en robarla, sin premeditarlo, como fruto de una casualidad. Como la ocupación es impune, no importa el agravio que se hace a todo un pueblo, la muerte va al encuentro de cualquier persona y encuentra el amparo en las leyes que protegen al delincuente.

Desayunamos todos los días con noticias inverosímiles, «Un vecino de Ciudad Real mata de un disparo a un hombre que había entrado en su casa por la noche». Evidentemente la víctima es el homicida que solo pretendía defender su vida, primero, su propiedad después o es que resulta verosimil que alguien entre en tu casa de madrugada y no hagas nada por defenderte. El resultado es que un anciano de 77 años es culpable de matar a un delincuente. Al parecer el delincuente tenía además el mérito especial de ser rumano

Existe una asimetría en todos los hechos narrados. Los violentos son los mismos de siempre, los que no respetan las leyes y viven instalados en el ejercicio continuado de la violencia como la banda «Koala» que aterrorizaba a los jóvenes en Amorebieta y que posiblemente han incapacitado o matado a un joven, al que robaron, tras asestarle una brutal paliza. La vida no vale nada. Grande-Marlaska con Sánchez avalan el capricho de disponer de vida y hacienda de cualquiera como una aplicación anticipada y generalizada de la seguridad nacional. La Ertzaintza conocía las actividades de las bandas y el detenido no era uno, han detenido a 13 personas por el momento.

Es la impunidad la que anima a las manadas a violar, torturar, secuestrar a una joven durante varios días y además grabar sus sesiones sádicas para subirlas a las redes sociales en un ejercicio de difusión de la violencia como una actividad normal.

Tres adolescentes torturan a un hombre en Benicarló y lo emiten por Instagram. Maniataron al herido, que está grave, y le pegaron con una batidora y una llave inglesa durante horas.

Puede caber la satisfacción perversa de pensar que esto mismo que pasa en España es frecuente en cualquier otro país, Francia, EEUU, Colombia, que más da. Se vive en un mundo donde la violencia se propaga como el Covid, cada vez existen más casos y solo llegan a la prensa un mínimo porcentaje, el suficiente para acostumbrarnos a convivir con los delincuentes como un impuesto a pagar por ser racionales, cumplir con la justicia y ser pacíficos. Menos mal. 

En otros países es peor. Es normal ponerse un chaleco antibalas en Venezuela, sufrir dos atracos, por semana, a punta de pistola o convertirte en un desaparecido político o un torturado más de la naturaleza humana en Nicaragua.

Mató a un ciclista conduciendo borracho y ha salido de la cárcel dos años después y ¿por qué?. Las penas no se cumplen porque el sistema penitenciario es caro, la justicia es cara y lenta, cuando no corrupta, y el Estado es débil. Y la ideología sanchista vive del desorden, del caos Zapatero dixit. Nadie merece vivir tranquilo. Quizás la III Guerra Mundial es la que estamos viviendo amenazados por un Gobierno que predica la impunidad, negocia con los terroristas y apoya su gobierno en los mismos junto con los golpistas. La libertad de expresión se ha convertido en una libertad de impresión, sencillamente no nos deja secuelas la violencia porque se percibe como parte del negocio social. La maquinaria de la publicidad de las cadenas compradas.

Las redes sociales y los medios viven de la creación de un estado de estupefacción, del masaje visual de escenas violentas, de narraciones infinitas sobre hechos delictivos y, no pasa nada, absolutamente nada. El devenir social es como un fluir de los rios que van a dar en la mar. ¿Es inhumana la pena de muerte para aquellos que subvierten la vida, torturan, difunden y publicitan la violencia?

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído