LA SEGUNDA DOSIS

“La mamarrachada de Chueca huele que apesta”

Se han puesto histéricos y aparentemente quieren saber y que se investigue.

Empezando por Irene Montero, que como el resto de los ministros de Sánchez ni pestañeó ante los 51 actos de odio, que ese mismo 18 de septiembre de 2021 tenían lugar en el Pais Vasco, y acabando con el ministro Marlaska, a quien el barrio de Chueca se le aparece hasta en las pesadillas.

Por órdenes de la superioridad, la Fiscalía de Delgado, la que llamaba ‘maricón’ a Marlaska, que ni se movió contra los homenajes al asesino etarra Parot, investigará la mamarrachada neonazi que el pasado sábado se escenificó en el barrio madrileño de Chueca.

Dicen que lo hacen por si en el desarrollo de la marcha, en la que pudieron escucharse proclamas claramente homófobas, se hubieran producido delitos.

El Ministerio Público ha solicitado información a la Delegación del Gobierno de Madrid y a la Brigada Provincial de Información del Cuerpo Nacional de Policía.

Lo curioso, lo preocupante, lo asombroso, lo abracadabrante y lo ridículo es que ambas instituciones sabían de antemano que en la convocatoria se deban todos los ingredientes para que sucediera lo que sucedió.

Sólo un vistazo al cartel de la convocatoria y al contenido de los actos de la asociación Madrid Seguro habría bastado para desautorizar la marcha por motivos de seguridad.

La Policía, en privado, muestra a partes iguales incredulidad y preocupación por lo que ha sucedido en las últimas horas.

La incredulidad llega por la parte de que la Delegación del Gobierno no haya puesto ningún tipo de objeción a una marcha que indudablemente podía haber sido desautorizada.

Los convocantes de la marcha comunicaron a la Delegación del Gobierno su intención de marchar por las calles del barrio más identificado con el movimiento LGTBI de toda España para protestar contra un concepto tan genérico como la “agenda 2030/2050”.

Y es que lo de menos era el lema de la convocatoria.

El sábado acudieron a Chueca agentes de Policía Municipal de Madrid y policías nacionales, que se dedicaron a escoltar, o más bien, acotar, la marcha que se llenó de cabezas rapadas, personas de perfil neonazi y miembros de grupos ultras de equipos de fútbol cuya radicalidad le ha supuesto a más de uno ser expulsado de esos grupos de hinchas violentos. Ahí es nada. Pero esa no fue la única presencia policial el sábado en Chueca.

Los que más trabajaron son los miembros de la Brigada Provincial de Información, quienes de paisano ayudaron a sus compañeros uniformados a poner nombre y apellido a los manifestantes a los que había que prestar más atención.

¿Y qué hacía allí la BPI? Lo que hacen siempre que saben del perfil de interés de una manifestación. Vigilarla de cerca.

De hecho, el trámite rutinario ante este tipo de manifestaciones es que la Delegación del Gobierno se reúna con la BPI porque es precisamente la Policía la que debe informar del carácter de la marcha.

“En esta convocatoria poco misterio había. El problema no era ni el convocante ni el lema de la manifestación. El problema ha sido no ver lo que iba a suceder o lo que es peor, no querer verlo”

Habrá que dilucidar si Delegación del Gobierno dejó hacer por incompetencia, que sería malo, o a sabiendas de que quien se manifestaba atraería a los neonazis, que es peor.

Lo que está claro es que Policía lo sabía de sobra y lo advirtió, así que sólo queda saber por qué no se le hizo caso.

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