LA SEGUNDA DOSIS

Alfonso Rojo: «El colmo es que paguemos 18.000 euros al rastas de Podemos, por delinquir»

No hay que ser un lince para darse cuenta de que la gente, incluso los que han sobrevivido a los cierres impuestos ilegalmente con la excusa del coronavirus, empieza a sudar tinta para hacer frente a la escalada de precios

Esto se está poniendo color de hormiga.

Les confieso que me afecta mucho más el chalaneo con los asesinos de ETA o el abrazo a los golpistas catalanes, que el asunto de las perras, pero tendría que ser un marciano para no preocuparme por la deriva que toma la economía española.

Me dolió hace unos meses, cuando arreciaba la pandemia de coronavirus, ver como se mandaba al cementerio una generación completa de españoles, a los que de verdad se partieron el pecho para levantar este país y por desidia gubernamental y sectarismo, se dejó morir como peces, negándoles los respiradores y las UVIS compradas con sus cotizaciones a la Seguridad Social.

Y me duele ahora ver como el ciudadano común y corriente, el que carece de los contactos políticos para forrarse haciendo de conseguidor, al estilo de Zapatero, Bono o Pepiño Blanco, sufre para llegar a fin de mes.

No hay que ser un lince para darse cuenta de que la gente, incluso los que han sobrevivido a los cierres impuestos ilegalmente con la excusa del coronavirus, empieza a sudar tinta para hacer frente a la escalada de precios.

La inflación está ya por encima del 5%, los artículos de primera necesidad se han encarecido, los carburantes están por las nubes y la factura de la electricidad bate records.

Eso significa en práctica que los españoles, por culpa de Sánchez, somos más pobres cada día.

Hasta los funcionarios, ese enorme saco de votantes en el que tanto confía el líder del PSOE, las van a pasar canutas.

A principios de año, el Gobierno social-comunista revalorizó un 0,9% el sueldo de los empleados públicos y las pensiones de jubilación. Pues bien, funcionarios y pensionistas han perdido 4,6 puntos de poder adquisitivo.

O lo que es lo mismo: en términos reales, cada 100 euros que cobraban a principios de año ahora equivalen a solo 95,4.

Y mientras tanto, Sánchez y sus compinches, a disfrutar de la vida.

Porque mientras tú pagas la electricidad a precio de jamón pata negra, ves cómo se dispara la cesta de la compra, te cuesta el doble llenar el depósito del coche y observas que tus ahorros se deprecian, el Gobierno PSOE-Podemos multiplica los enchufes y se sube el sueldo.
Para 2022 ha consignado en los Presupuestos 1.252 puestos de confianza, un 11% más que los que tienen ahora.

Y todo eso, lo pagamos nosotros.

Igual que los 18.000 euros que le van a dar en el Congreso de los Diputados, al Rastas de Podemos, pateador de policías, como finiquito.

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