Tienen una cara que se la pisan.
Cierto que viene de lejos, porque lo mismo hacía el inefable Zapatero, cuando usaba RTVE, las cadenas de televisión cautivas y los tertulianos del pesebre socialista, para difundir a los cuatro vientos que había ‘brotes verdes’ y estabamos ya camino del colapso.
Es incomprensible que después de que Nadia Calviño, tarde y mal, revisase a la baja, este 129 de abril de 2022, la previsión de crecimiento de España en tres puntos.
La cosa pinta mucho peor, pero oficialmente ya dice la vicepresidenta de Sánchez que será del 4,3 por ciento frente al 7 por ciento que la euforia del Gobierno socialcomunista vendía no hace nada.
Y lo tremendo, la prueba evidente de que Sánchez y sus compinches nos mean encima y pretenden que los españoles digan que llueve, es que Calvió se empecinó en ofrecer un mensaje de optimismo.
Hasta dio por sentado que la inflación -disparada y en el 8,4 de momento- está controlada.
Los parches del Gobierno a los precios, solo son coyuntura. No hay estrategia. Son unos ineptos.
Seis meses ha estado el Ejecutivo dando vueltas y vueltas a las cifras de crecimiento para España, tratando de negar o relativizar las expectativas del FMI, los datos del INE, las previsiones del Banco de España o los avisos de la Comisión Europea.
Estamos a las puertas de mayo, queda mucho año por delante, y si algo manifiestan los datos económicos es que España sufre un estancamiento brutal en el crecimiento.
El INE calcula que la economía Española crecerá como mucho un 0,3, muy por debajo de lo que esperaban los analistas, que era el 1 por ciento, o de lo que vaticinaba el Banco de España, el 0,9.
Ese 0,3 supone un frenazo en seco. Y el alza de los tipos de interés está a las puertas.
Este recorte de previsiones deja a España sin presupuestos y sin una auténtica política económica.
Todo es improvisación. No existe una estrategia solvente.
La recesión ha arrollado a un Gobierno irresponsable que solo escucha los cantos de sirena de un sanchismo escondido en su búnker mientras elude la realidad de una economía demolida.
