No se dejen engañar por los tertulianos de televisión, esos que ejercían de expertos en pandemia, antes de serlo en volcanes y que tras hacerse ginecólogos evolucionaron en especialista en Ucrania, y ahora repiten como loros que Pedro Sánchez no será el candidato del PSOE en la próximas elecciones generales.
Sánchez no se marcha, intentará colárnosla otra vez en 2023 y no queda otra que echarlo a patadas.
No digo esto porque el socialista lo afirmara en el Congreso este miércoles, cuando Inés Arrimadas le preguntó sarcástica si está «utilizando las instituciones españolas para buscarse una salida en instituciones europeas”, porque las promesas y compromisos de Sánchez duran lo que el agua en un cesto.
Lo sostengo porque al tipo no le queda otra. ¿Dónde va a ir que esté mejor que en La Moncloa?
Una vez más, la OCDE rebaja las expectativas de crecimiento de la economía española, alerta sobre la inflación y advierte sobre la ineficacia del Gobierno socialcomunista.
Pero a Sánchez le da igual. Por supuesto que se presentará de nuevo, entre otras razones porque se cree ‘la mamá de Tarzán’, sigue convencido de que sumará otra vez mayoría abrazando a proetarras, golpistas y zarrapastrosos y no es consciente de la disociación entre la dura realidad del ciudadano común y los cuentos que difunde su aparato de propaganda.
El líder del PSOE vive en una burbuja, inflada por un periodismo genuflexo, una sociedad sumisa y unos conmilitones que se ponen a cuatro patas o levitan, en cuanto lo ven aparecer, porque el cargo, el sueldo, los enchufes y prebendas les van en ello.
Además de confirmar que será candidato presidencial en 2023, Sánchez dijo que ‘aspirar a ganar’ y ahí es donde discrepo.
Se pegará un cacharrazo antológico, que dejará moribundo a ese entramado siniestro en que ha devenido el Partido Socialista.
No soy el único que lo piensa. Ese sector del PSOE, que intenta guardar las apariencias mientras baila el agua al amo en todas sus tropelías, ya ha empezado a marcar distancias.
El ‘monaguillo’ Page, que se tragó sin respirar los apaños antiespañoles con Bildu y ERC, la felonía del indulto a los golpistas y los engendros de Podemos, frunce ahora el ceño y se atreve a criticar veladamente la ‘dictadura’ de Sánchez.
Es el presidente socialista de Castilla-La Mancha un avezado superviviente y no se mojará de verdad por si le caen encima las iras de La Moncloa, pero el comentario es significativo.
Refleja que no da un duro por Sánchez. Como nosotros.
