Es tan chusco, tan cutre y tan cínico, que da arcadas recordarlo.
En junio de 2018, un par de semanas después de tomar posesión como presidente e inaugurar ese engendro de 22 ministros que bautizó como el ‘Gobierno Bonito’, el socialista Pedro Sánchez anunció que iba a recibir en España el barco ‘Aquarius’, cargado con 629 inmigrantes sin papeles y al que Italia y otros países mediterráneos cerraban sus puertos.
‘Por humanidad, porque estaba en juego la misma esencia de la Unión Europea’, como puso después en su boca Irene Lozano, la ‘negra’ que escribió su libro ‘Manual de Resistencia’.
El Gobierno socialcomunista montó un show circense, con la vicepresidenta Calvo coordinando la bienvenida y dos ministros desplazados a Valencia, para que se les viera bien en el Telediario abrazando desventurados.
Cuatro años después, mueren como perros tres docenas de subsaharianos, parte de los 2.000 que intentaban saltar violentamente la valla de Melilla, y ese mismo Sánchez, el del ‘Gobierno Bonito’, la ‘humanidad’ y el ‘Aquarius bienvenido’, califica de ‘bien resuelto’, el brutal operativo de la policía marroquí.
Lo de este tipo es de vergüenza ajena. Tiene una cara que se la pisa, un ego sideral y una ambición sin límites.
Supongo que ya saben que, esta noche, Felipe VI y Letizia ofrecen en el Palacio Real una cena al presidente Biden y a todos los líderes que asisten a la Cumbre de la OTAN.
Cierra el Museo del Prado durante dos días y este miércoles, en la llamada sala de las Musas, dará su propio ágape al presidente de Estados Unidos y compañía.
Y sin pararse en gastos, porque pagamos nosotros, ha removido Roma con Santiago y se ha traído desde Ucrania al chef José Andrés para que sirva el menú.
España al borde de la ruina, los marroquíes enterrando en fosas comunes a los subsaharianos muertos frente a Melilla y el socialista Sánchez al plato y a las tajadas.
¡Qué tipo y que tropa!
