Está que rabia.
Así que, ni corto ni perezoso, se refugia este 15 de septiembre de 2022 en las páginas de El País para responder a todos aquellos que le han puesto a escurrir.
El problema es que quien fuera punta de lanza de los famosos ‘viernes negros’ lo hizo a su estilo, tarifando.
La inmensa mayoría de los Profesionales de RTVE iremos todos los viernes de negro hasta poner fin al bloqueo del PP que impide la renovación y regeneración de la radiotelevisión pública. #ViernesNegroRTVE #DefiendeRTVE #sosRTVE #AsiSeManipulaRTVE #MujeresRTVE pic.twitter.com/PVKo2yW54e
— Xabier Fortes (@xabierfortes) May 4, 2018
Primero, eso sí, comenzó remontándose a su infancia:
Aunque soy lector algo tardío, nunca he olvidado mis lecturas infantiles, esas que repetíamos en el aula para mejorar la comprensión y vocalización, una y otra vez, casi hasta memorizar. De muchas de ellas conservo su moraleja, que también tardé tiempo en darme cuenta qué significaba eso. Quizás la que más retengo y mejor entendí ya de chico fue una que trataba sobre un duelo de imitadores.
Resulta que, a finales del XIX, cuando no era inusual del todo lucir una capa casi a diario, un forastero llegó a un pueblo castellano presumiendo de ser el mejor imitador de animales del mundo. En la taberna le retó alguien que en esa materia debía de ser el héroe del orgullo local. El forastero le dio a elegir el animal a imitar como quien da elegir arma: pistola o florete. El paisano eligió para zanjar la discusión imitar el sonido de un cerdo.
Cuando ya el calor había bajado de intensidad, frente al pilón de la plaza mayor se congregó todo el pueblo para asistir al duelo. Desenfundó primero el lugareño con una imitación impecable de un chancho que provocó una estruendosa ovación del respetable. A continuación, le tocó el turno al forastero, que bordó literalmente el gruñido de un cerdito. Sin embargo, el publicó lo abucheó y trató de correrlo a gorrazos. Fue entonces cuando todos enmudecieron al sacar este de su capa por la oreja a un cerdo pequeño berreando, que había mantenido oculto durante la actuación: “Debe ser que el animal está afónico”, dijo con una ironía que desarmó al enfervorecido público.
Una vez establecido el contexto que a él le interesa, el entrevistador defiende que su frase, lejos de demostrar su servilismo, solo buscaba un reconocimiento a lo que él entendió como un impecable trabajo periodístico al tener 35 minutos a Pedro Sánchez:
Sirva esta digresión para referirme al también encrespado coro político, mediático y tuitero generado tras la entrevista en directo que hice al presidente del Gobierno el pasado martes, que además era 13. Seguro que algo influyó. Nunca estuve tan convencido antes de una entrevista, pasase lo que pasase, de que, al igual que al forastero del cuento, algunos me iban a tratar de correr a gorrazos. Lo que no me podía imaginar es que, lejos de criticar el contenido de la misma, las preguntas o las formas, el furibundo ataque se centró en una habitual y retórica frase hecha tras la despedida para romper el hielo, cuando ya el micrófono debería estar cerrado; un “bueno, bien, ¿no?”, como quien dice “no ha quedado mal” o “pues se me ha hecho corta”, lo que ustedes quieran.
Fortes, sin nombrarla, le suelta una andanada a Carmen Sastre, una de las periodistas que con más valentía denuncia las tropelías que se cometen a diario en TVE. Pero no fue la única, su bilis llegó hasta al líder de VOX, Santiago Abascal:
El periodista intenta justificar su desliz del micro abierto recordando una vieja anécdota con Richard Nixon, expresidente de los Estados Unidos:
Los micrófonos abiertos juegan malas pasadas habitualmente y tampoco hay que lacerarse por ello. Es lo que hizo una vez Richard Nixon, año y medio después de dimitir por el escándalo Watergate. Estaba de gira en España dando conferencias y concediendo entrevistas, esas cosas que hacen los expresidentes norteamericanos tras dejar la Casa Blanca. El programa era el mítico A fondo del también mítico Joaquín Soler Serrano, uno de los mejores entrevistadores de toda la historia de RTVE.
Nixon esperó pacientemente a que le microfonasen. Se tardó más de la cuenta. Primero, porque los expertos de seguridad de la Embajada estadounidense rastrearon todo Prado del Rey con sus perros antes de que entrase el expresidente, y luego porque el encargado de ponerle el micro de corbata llegó un poco tarde y un poco soplado de aguardiente. Nixon aguantó como pudo mientras el operario le ajustaba el sonido, al tiempo que exhalaba al respirar un denso vaho aguardentoso que debió dejarlo medio mareado.
Y encima se toma a guasa su frase con Sánchez, una pillada en toda regla:
Al poco de empezar por fin a grabar la entrevista, desde realización le avisan por el retorno al presentador que no llega correctamente el sonido de Nixon. Mandaron entonces parar la grabación ante el creciente cabreo del exmandatario norteamericano para reparar el problema técnico. En ese momento, para romper el hielo, al genial Soler Serrano no se le ocurrió otra cosa mejor que decirle en inglés: “Por lo que se ve, mister Nixon, a usted le persiguen los problemas con los micrófonos”. Mejor eso que un “muy bien, ¿no?”.