Hace casi una semana que Albert Solà, el camarero catalán que afirmó durante décadas ser hijo ilegítimo del Rey Juan Carlos, cayó desplomado muerto en un bar donde acababa de reunirse con un amigo. Solo unas horas después, estaba previsto que participara en el programa ¿Quién es mi padre?, que presenta Carlota Corredera en Telecinco.
A la espera de la autopsia que ha ordenado el juez de La Bisbal (Gerona), se ha difundido que la cámara del local en el que falleció fue manipulada, así lo cuenta este sábado el portal Informalia.
El escándalo está asegurado porque, tal y como explican en la mencionada publicación, en las imágenes de la cámara de seguridad del bar en el que falleció Solà aparece la camarera del local atendiendo su teléfono móvil mientras se dirige al objetivo y lo desvía. Desde ese momento, la cámara de seguridad pasa de enfocar a los clientes a sacar un rincón des establecimiento. Este movimiento, llevado a cabo 50 minutos antes de que Solà cayera desplomado, supuestamente a causa de un infarto, impide que se registre la muerte del presunto hijo de don Juan Carlos. Cuando el objetivo vuelve a su posición original, solo pueden verse a los servicios de emergencias levantando el cadáver.
Personas cercanas a Solà aseguran que Albert se sentía perseguido y espiado desde hacía un par de semanas: «Aquella noche, además, Albert no tenía previsto acudir a ese bar. Algo le hizo cambiar de opinión solo unos minutos antes», han afirmado. Eduard, su jefe, no da crédito: «Estaba perfecto, muy bien de salud, muy animado. Tenía miedo por el programa, estaba nervioso y llevaba días sin dormir», ha declarado.
Por si fuera poco el televisivo Kiko Matamoros, amigo del ahora fallecido, agitaba el avispero y alimentaba las suspicacias en Sálvame. Matamoros decía abiertamente que “hay métodos de asesinatos que no detectas” y añadía:
«Hace años lo cerré para un programa de televisión, pero al final no nos dejaron venir. Estaría bajo vigilancia y presionaría donde tenían que presionar para que no compareciera», ha explicado Matamoros. «Hay mucha información que sale de ex agentes del CNI que no se puede trasladar públicamente. Yo he traído algún dossier que implica a jefes del Estado, traje un tema que filtraron desde allí, con información y expedientes… Siempre estuvo en el convencimiento que era hijo de quien era hijo y se habla de pruebas de ADN», ha contado. «A este señor lo han investigado de arriba a abajo».
Solá tenía 66 años y estaba sano, por lo que nadie se explica el motivo por el que el sábado, cuando salió de trabajar como camarero, cayó muerto al suelo en el bar de un amigo. «Pidió una copa de vino y de camino a la mesa donde lo esperaba su amigo, se desplomó. No le dio tiempo a probarla», han dicho testigos. El juzgado de Primera Instancia e Instrucción 3 de la Bisbal d’Empordà (Girona) investiga lo sucedido y el magistrado ha solicitado la autopsia del cadáver, aunque todo apunta a una muerte natural.