No ha dejado pasar el PSOE en esta campaña ni uno sólo de los delitos enumerados en el Código Penal: corrupción electoral, compra de votos a cambio de dinero o droga, secuestro, asesinos en las listas y hasta fichajes entre los Latin Kings…
Pedro Sánchez y su pringoso partido llegan este 28 de mayo de 2023 a la primera de las dos cruciales citas electorales del año con un bagaje estremecedor y tras una campaña que da asco.
El jefe del PSOE, que comenzó su carrera con una urna de pega escondida tras un biombo en la sede de su partido y el plagio de su tesis doctoral; puede terminarla el próximo diciembre entre pucherazos, alianzas con etarras, apaños con golpistas, leyes desquiciadas y gestiones nefastas, rodeado de una panda de dirigentes que han mimetizado su falta de escrúpulos y la que asumen, como demuestran Page, Puig, Vara, Lambán, Armengol, Lobato, Maroto y compinches que han asumido alborozados que el fin siempre justifica los medios.
Durante los últimos cinco años, Sánchez, con el apoyo de los barones autonómicos y alcaldes socialistas que este domingo tienen la caradura de volver a pedir el voto a los ciudadanos, ha destrozado la convivencia entre españoles e invertido los términos obligados en una sociedad decente: primero el okupa, el violador, el malversador, el golpista, el terrorista, el vago y el liberado sindical comegambas y luego, quizá, el propietario, la víctima, el inocente, el autónomo, el empresario y el español común y corriente.
Y además, ha colonizado las instituciones: el CIS, Correos, RTVE, el Tribunal Constitucional, la Fiscalía General, el INE o el SEPE.
Regando siempre con millones de dinero público a cadenas de televisión, periódicos y tertulianos serviles, para que le bailen el agua.
Y ha legislado para dividir, anteponiendo la muerte a la vida, el aborto a la maternidad, la demagogia a la memoria, el proselitismo a la educación, el derroche al ahorro, el clientelismo al esfuerzo, la confiscación a la solidaridad y la fractura a la unidad.
Ha preferido entenderse y pactar con partidos populistas, xenófobos, filoterroristas y antiespañoles que con los demócratas y aquellos a los que les importante España.
Sánchez ha elegido siempre lo peor para todos para conseguir lo mejor para él, y merece llevarse un palo antológico este 28M.
Hoy estamos en la trasnochada ‘jornada reflexión‘, pero no hay mucho que reflexionar durante estas 24 horas de espera. Todo está muy claro.
La ciudadanía española, en masa, tiene este domingo una oportunidad estupenda para castigar en las urnas a un partido que presenta comportamientos más propios de una organización mafiosa que otra cosa.
Lo que hemos visto en Melilla, Maracena o Valencia no son ‘hechos aislados‘, sino pruebas, indicios, pistas, de que el PSOE en particular y la izquierda española en general, además de pulsiones antidemócraticas, tiene proclividad a lo delictivo.
El sanchismo se ha convertido en una amenaza real para la democracia española y lo que están en juego este 28M, en las urnas de Castilla-La Mancha, Valencia, Madrid, Aragón, Extremadura y todos lados son la libertad y la convivencia.
Que el socialista Sánchez haya unido su destino político al de los enemigos de España es aterrador, pero que el PSOE y todos sus dirigentes se comporten como una organización mafiosa o lo toleren, representa un peligro objetivo.
Lo de este 28M no es una elección más, ni se centra en decidir sólo quien será mejor alcalde para el pueblo o más brillante presidente de comunidad autónomo: es un plebiscita sobre Pedro Sánchez y sus amigotes.