La tesis de Yolanda Díaz, a la que los gurús socialistas de La Moncloa dan cada día menos posibilidades de ser realmente decisiva en las elecciones generales del próximo 23 de julio de 2023 es que ‘Irene Montero es el problema’.
La cónyuge de Pablo Iglesias, impulsora al limón con el socialista Pedro Sánchez del podría ‘sueltavioladores’ del Si es Si, parece haberse convertido en el principal escollo entre Podemos y Sumar, para que las dos franquicias de ultraizquierda confluyan, unifiquen listas y concurran juntas el 23F.
En palabras de gente del entorno de la vicepresidente de Sánchez, la ministra de Igualdad, junto a Ángela Rodríguez ‘Pam’, su colega y mano derecha, ‘son una piedra en el camino de las negociaciones’.
Y crecen en el mundillo socialcomunista las voces que insisten en Irene Montero “debería dar un paso al lado”.
Dicho de otra manera: seguir los pasos de su colega y aliado Alberto Garzón.
Un gesto, el de Garzón, que Yolanda Díaz ha tachado de ‘generoso’.
El ministro Garzón, que tiene 37 años y goza de nómina en el Congreso desde que cumplió los 26, ha anunciado que no se presentará a las generales.
Sobre el comunista Garzón, que seguirá al frente de Izquierda Unida, coinciden casi todos los columnistas de postín que ha sido el segundo ministro más vago de nuestra historia reciente, solo superado en indolencia por su amigo Pablo Iglesias.
Quizá convenga recordar como llegó al cargo que todavía disfruta. Los acuerdos del PSOE con Podemos obligaron a meterlo en el Gobierno.
Así que Sánchez se inventó para él un artificial Ministerio de Consumo, dando rango ministerial a lo que nunca debería haber pasado de subsecretaría de Estado.
Del paso de Garzón por el Ejecutivo, donde sigue todavía, solo se recuerdan sus chuminadas como la guerra oficial contra la carne española o la ofensiva contra las muñecas de juguete.
Escribe Alfonso Ussía en ‘El Debate’, este 3 de junio de 2023, una pieza titulada ‘Huérfano de la nada’, dedicada al personaje.
Comienza Ussía sentando como tesis que “hacer muy bien absolutamente nada está al alcance de muy pocos”.
La columna es tan descacharrante, tan insuperable, que nos vamos a limitar a extraer unos fragmentos, sin tocar siquiera una coma:
- ‘He leído en diferentes medios, que después de una breve reflexión –una larga y honda reflexión no entra en su cabeza–, el ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha decidido no presentarse en las próximas elecciones ni por Podemos ni por Sumar Sumando de Yolanda Díaz. Precisa de un merecido descanso. Descansar después de haber descansado durante cuatro años es motivo suficiente para dedicarle unos párrafos admirativos’.
- ‘Un ministro que no hace nada es, por definición, un gran ministro’.
- ‘Otros ministros de Sánchez han trabajado, pero su gestión ha sido una birria. Marlaska, la choni de Hacienda que aplaude como la tonta de la boda cuando los novios parten la tarta nupcial, las obsesas sexuales de Irene Montero, la Belarra, la Calviño, el independentista de Universidades, Iceta… Y entre todos, gracias a su trabajo, nos han llevado a la ruina, el desprestigio y el cachondeo universal, con Sánchez a la cabeza, claro está’.
- ‘ Y un ministro que no ha pegado con un palo al agua, y que es más tonto que el atún que se libera del anzuelo para volver a picar en el mismo anzuelo, nos anuncia, de golpe y porrazo, sin darnos tiempo a asumir la noticia, que no se presenta a las elecciones con la finalidad de relanzar su partido político, el PCE, que se mueve por suelos enfangados’.
- ‘ Como ciudadano y contribuyente me siento insultado. Porque Garzón, por no haber hecho absolutamente nada, ha sido –con mucha diferencia sobre el segundo vago– el mejor ministro del Gobierno de Sánchez’.
- ‘Y me permito agradecerle en público su absoluta inutilidad’.
Concluye sarcástico Ussía sentenciando que ‘siempre se van los mejores’.