El 'zar rojo' ordena la producción en serie del arma que "no tiene rival en el mundo"

El ‘Oreshnik’ de Putin: así es el letal misil hipersónico con que Rusia amenaza con arrasar Ucrania

Los rusos despliegan su nuevo "as bajo la manga"

El misil 'Oreshnik' de Putin
El misil 'Oreshnik' de Putin. PD

Rusia escondía un «as bajo la manga»: el misil hipersónico Oreshnik.

En un giro inesperado que ha sacudido el tablero geopolítico, el presidente ruso Vladimir Putin ha anunciado con orgullo el despliegue de un nuevo misil hipersónico en Ucrania.

El Oreshnik, como se ha bautizado a esta nueva arma, no es solo otro juguete en el arsenal del Kremlin, sino que representa un salto tecnológico que podría cambiar las reglas del juego en el conflicto ucraniano.

El anuncio llegó después de que Rusia lanzara este nuevo misil contra objetivos en Dnipro, una ciudad en el centro-este de Ucrania.

Putin, con su habitual tono desafiante, declaró que el Oreshnik es una respuesta directa a los misiles de largo alcance occidentales utilizados por Kiev contra territorio ruso.

«Hoy en día no existe en el mundo ninguna contramedida para un misil de este tipo, ningún medio para interceptarlo», afirmó el mandatario ruso, en lo que parece ser una mezcla de advertencia y fanfarronería.

Pero, ¿qué hace tan especial al Oreshnik? Según los expertos, este misil hipersónico puede alcanzar velocidades superiores a Mach 5, es decir, cinco veces la velocidad del sonido.

Esto lo hace prácticamente imposible de interceptar con los sistemas de defensa actuales. Además, su capacidad de maniobra durante el vuelo lo convierte en un dolor de cabeza para cualquier estratega militar.

Putin no perdió tiempo en ordenar la producción en serie del Oreshnik, asegurando que Rusia tiene «reservas suficientes» de estos misiles.

También anunció que continuarán las pruebas en condiciones de combate, utilizando esencialmente el conflicto en Ucrania como un macabro campo de pruebas.

La respuesta de Ucrania no se hizo esperar.

El presidente Volodimir Zelenski ha solicitado urgentemente a sus aliados occidentales sistemas de defensa antiaérea de última generación para hacer frente a esta nueva amenaza.

«El ministro de Defensa ucraniano ya está hablando con nuestros socios sobre nuevos sistemas de defensa antiaérea, precisamente el tipo de sistemas que pueden proteger vidas ante los nuevos riesgos».

Mientras tanto, en los pasillos del poder en Washington, la reacción ha sido más comedida.
Un alto funcionario estadounidense, que prefirió mantener el anonimato, restó importancia al Oreshnik, calificándolo de «arma experimental de la que Rusia dispone de un número limitado y que no está en condiciones de desplegar regularmente en el campo de batalla».
 Sin embargo, esta declaración parece más un intento de calmar los ánimos que una evaluación precisa de la situación.
El despliegue del Oreshnik llega en un momento crítico del conflicto.
Ucrania ha estado utilizando misiles de largo alcance proporcionados por Estados Unidos y Reino Unido para atacar objetivos en territorio ruso, una escalada que Moscú considera inaceptable.
La introducción de este nuevo misil hipersónico parece ser la respuesta de Putin a lo que percibe como una creciente amenaza occidental en su «patio trasero».
Pero el Oreshnik no es solo una herramienta militar; es también un poderoso instrumento de propaganda.
Putin no perdió la oportunidad de elogiar a los creadores del arma, subrayando que es un producto de la «industria militar de la Rusia postsoviética».
Un claro mensaje a Occidente de que Rusia sigue siendo una potencia tecnológica a tener en cuenta.
Sin embargo, no todo son buenas noticias para el Kremlin. Irónicamente, el lanzamiento del Oreshnik podría convertirse en un regalo inesperado para Ucrania.
Aunque el misil quedó prácticamente reducido a fragmentos tras el impacto, los expertos ucranianos, junto con especialistas internacionales, ahora tienen acceso de primera mano a elementos que podrían ayudar a entender la tecnología detrás de este novedoso armamento.
El ejército ucraniano ha expresado que estos restos del Oreshnik podrían ser de gran valor para estudiar posibles innovaciones tecnológicas, materiales y otros componentes de interés del misil hipersónico.
Es como si Putin hubiera entregado accidentalmente el manual de instrucciones de su nueva arma secreta.
Mientras tanto, en un giro digno de una novela de espionaje, imágenes satelitales han revelado que las exportaciones de petróleo ruso a Corea del Norte superan las sanciones de la ONU.
 Este dato, aparentemente inconexo, cobra relevancia cuando consideramos los recientes informes sobre la presencia de soldados norcoreanos en el frente ucraniano.
¿Estamos ante un nuevo eje Moscú-Pyongyang?
La trama se complica.
En el frente diplomático, la OTAN no se queda de brazos cruzados.
Alrededor de 270 parlamentarios de 32 países de la Alianza y naciones asociadas se reunirán en Montreal, Canadá, para una cumbre de cuatro días enfocada en el apoyo a Ucrania.
 En la agenda también figura un tema que hace temblar a más de uno: las implicaciones de la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EE.UU.
Hablando del diablo, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, se ha reunido recientemente con Trump en Palm Beach, Florida.
Según la portavoz de la Alianza Atlántica, Farah Dakhlallah«trataron toda la gama de cuestiones de seguridad global a las que se enfrenta la Alianza».
 Uno se pregunta si el Oreshnik fue tema de conversación durante el café y las galletas.
En el terreno, la situación sigue siendo terrible.
Rusia reivindica la toma de una nueva localidad en Kurakhove, en el este de Ucrania, mientras que Kiev reconoce avances rusos en la zona pero asegura mantener sus posiciones en Kursk.
 Es como un juego de ajedrez macabro donde cada movimiento tiene consecuencias devastadoras.
El ministro de Defensa ruso, Belousov, en una visita a un puesto de mando en Ucrania, ha llegado incluso a declarar que el Ejército ruso «ha frustrado» la campaña militar ucraniana de 2025.
 Una afirmación que suena más a wishful thinking que a realidad estratégica, pero que sin duda alimentará la narrativa del Kremlin.
En conclusión, el despliegue del misil hipersónico Oreshnik marca un nuevo capítulo en el conflicto ucraniano.
Representa una escalada tecnológica que podría alterar el equilibrio de poder en la región.
Sin embargo, como en todo conflicto, cada acción genera una reacción.
La respuesta de Occidente y la capacidad de Ucrania para adaptarse a esta nueva amenaza determinarán el curso futuro de la guerra.
Mientras tanto, el mundo observa con preocupación cómo se desarrolla este peligroso juego de póker nuclear.
Putin ha mostrado su as bajo la manga, pero la partida está lejos de terminar.
Y como en todo buen juego de póker, a veces el farol es tan importante como las cartas que uno tiene en la mano.

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