Donald Trump ha dejado ya claro que China será uno de los principales focos de atención de su segundo mandato al nombrar a un equipo de asesores conocidos por su postura dura hacia Pekín.
Esta estrategia ha generado preocupación entre los analistas sobre cómo responderá el gigante asiático y el impacto que podría tener en las ya tensas relaciones bilaterales.
El presidente electo de Estados Unidos ha seleccionado a figuras prominentes como el senador Marco Rubio para Secretario de Estado, el representante Mike Waltz como Asesor de Seguridad Nacional y Pete Hegseth para Secretario de Defensa. Todos ellos son conocidos por sus posturas críticas hacia China y su apoyo a políticas más agresivas para contrarrestar la influencia global de Pekín.
Un equipo de halcones
El nombramiento de Rubio como jefe de la diplomacia estadounidense es particularmente significativo. El senador de Florida ha sido un crítico vocal de China en temas como derechos humanos y seguridad nacional. De hecho, Rubio ha sido sancionado dos veces por el gobierno chino debido a sus posiciones sobre Hong Kong y Xinjiang.
Por su parte, Waltz ha abogado por un «esfuerzo de toda la sociedad» para enfrentar a China, mientras que Hegseth ha afirmado que el ejército chino está «explícitamente dirigido a derrotar a Estados Unidos».
Wu Xinbo, director del Centro de Estudios Americanos de la Universidad de Fudan en Shanghai, señala que «muchos de estos halcones buscan una confrontación y desacoplamiento total de China, pero ¿es ese realmente el objetivo de Trump para las relaciones entre EE.UU. y China? Si no, sus acciones podrían ser moderadas por el propio Trump”.
La respuesta de Pekín
Ante este panorama, los expertos coinciden en que China adoptará una postura cautelosa pero firme. Yiwei Wang, profesor de estudios internacionales en la Universidad Renmin de Pekín, afirma que «China no es la misma que hace ocho años cuando Trump asumió el cargo por primera vez, en términos de mentalidad, fuerza y estatura internacional. China ha ganado más confianza y estatus».
El gobierno chino ya ha dado algunas señales de su posición. Liu Pengyu, portavoz de la embajada china en Washington, advirtió que «nadie saldrá victorioso de una guerra comercial». Sin embargo, también expresó la disposición de Pekín a trabajar con la nueva administración para «encontrar una salida antes de que las relaciones se deterioren”.
Áreas de conflicto potencial
Los analistas identifican varios puntos de fricción que podrían escalar durante el segundo mandato de Trump:
- Aranceles: Trump ha amenazado con imponer aranceles de hasta el 60% a las importaciones chinas, lo que podría desencadenar una nueva guerra comercial.
- Tecnología: Se espera que la administración Trump intensifique las restricciones a la transferencia de tecnología avanzada a China, especialmente en áreas como la inteligencia artificial.
- Taiwan: La postura de Trump sobre la isla autónoma es una incógnita, pero sus asesores han abogado por fortalecer los lazos con Taipei.
- Mar de China Meridional: Las disputas territoriales en esta región podrían convertirse en un punto de conflicto si EE.UU. aumenta su presencia militar.
El factor Elon Musk
Un elemento interesante en esta ecuación es el papel que podría jugar Elon Musk. El multimillonario fundador de Tesla tiene importantes intereses comerciales en China y ha sido mencionado como un posible intermediario entre Washington y Pekín.
Sun Yun, director del Programa de China en el Centro Stimson, comenta que «todos están ansiosos por ver qué papel jugará Elon Musk con respecto a China. China ciertamente espera que sirva al menos como un conducto de comunicación y potencialmente juegue un papel beneficioso”.
Implicaciones globales
La postura agresiva de Trump hacia China no solo afectará las relaciones bilaterales, sino que también tendrá repercusiones globales. Algunos analistas temen que una escalada de tensiones entre las dos superpotencias pueda desestabilizar la economía mundial y exacerbar conflictos regionales.
Bonnie Glaser, directora del Programa Indo-Pacífico del German Marshall Fund, advierte que «Trump probablemente cumplirá su promesa de imponer aranceles adicionales a China. Queda por ver si estas medidas formarán parte de una estrategia integral para ganar la competencia estratégica con China”.
Conclusión
El nombramiento de un equipo de halcones por parte de Trump señala una clara intención de adoptar una postura más dura hacia China. Sin embargo, la respuesta de Pekín y la dinámica real de las relaciones bilaterales aún están por verse.
Lo que está claro es que el mundo estará observando de cerca cómo se desarrolla esta nueva fase en las relaciones entre EE.UU. y China. La forma en que estas dos potencias manejen sus diferencias tendrá profundas implicaciones para el orden global en los próximos años.
Mientras tanto, tanto Washington como Pekín parecen estar preparándose para un periodo de mayor competencia y posible confrontación. La pregunta clave es si podrán encontrar áreas de cooperación y evitar un conflicto abierto que podría tener consecuencias devastadoras para ambos países y para el mundo en general.