El vídeo es devastador.
Dediquen un minuto a verlo. Repitan la operación un par de veces y después difúndalo por Whatasapp, por redes sociales y a los cuatro vientos.
La ‘confesión‘ del marido de Begoña es clamorosa: ya no pelea por La Moncloa, lo hace por no acabar en la cárcel
Pedro Sánchez llegó a la Moncloa enarbolando la bandera de la regeneración democrática.
Cuatro años después, su gobierno se tambalea bajo el peso de una avalancha de escándalos de corrupción que amenazan con sepultar su legado político. El otrora paladín de la transparencia se encuentra hoy acorralado por investigaciones judiciales que apuntan cada vez más cerca de su círculo íntimo.
El caso Koldo, que involucra a la compra de mascarillas durante la pandemia, ha destapado una presunta trama de corrupción que salpica a altos cargos del PSOE y del Gobierno. La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha aportado nuevos indicios que implican a figuras como José Luis Ábalos, ex ministro de Transportes, Francina Armengol, actual presidenta del Congreso, y Ángel Víctor Torres, ministro de Política Territorial.
Pero el cerco no se cierra solo en torno al partido. La esposa del presidente, Begoña Gómez, se enfrenta a una imputación por cuatro presuntos delitos: tráfico de influencias, corrupción en los negocios, apropiación indebida e intrusismo profesional. Esta situación, inédita en la democracia española, coloca a Sánchez en una posición extremadamente delicada.
Como si de una comedia negra se tratara, el hermano del presidente, David Azagra, también se encuentra bajo sospecha por otros cuatro supuestos delitos. Parece que en la familia Sánchez, el número cuatro es la cifra de la mala suerte.
La magnitud de la trama parece extenderse más allá de los casos ya conocidos.
https://twitter.com/bertrandmyd/status/1862554631978524800
Hay indicios de que altos cargos del PSOE, incluyendo al secretario de Organización, Santos Cerdán, podrían haber recibido pagos en efectivo. Estas acusaciones, de probarse ciertas, podrían implicar que el PSOE ha operado como una organización criminal, con un sistema de «cupos» regionales para el cobro de comisiones ilegales.
Mientras tanto, el Partido Popular no pierde ocasión para recordar al presidente sus propias palabras. En un vídeo que se ha vuelto viral, un Sánchez del pasado exige la dimisión de su predecesor con una frase que hoy suena profética:
«No arrastre a España en su caída, señor presidente, dimita».
La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, no ha dudado en señalar la ironía de la situación:
«Mientras el Partido Popular estamos aquí reunidos para blindar la igualdad de 49 millones de españoles, el PSOE está reunido para blindar la corrupción de Pedro Sánchez».
El presidente, por su parte, ha optado por una estrategia de contraataque, acusando a la oposición y a los medios de comunicación de llevar a cabo una «cacería humana».
Esta retórica, reminiscente del concepto de «lawfare» utilizado por algunos líderes latinoamericanos, sugiere un intento de deslegitimar las investigaciones judiciales en curso.
La pregunta que flota en el ambiente político español es si Pedro Sánchez podrá sobrevivir a esta tormenta de escándalos. Aunque el aforamiento le otorga cierta protección legal, la presión política y mediática es cada vez más intensa.
La posibilidad de que sea llamado a declarar como testigo en alguna de las causas abiertas no se descarta, lo que supondría un golpe sin precedentes para la imagen del Gobierno.
En total, son ya 30 los casos de familiares de Pedro Sánchez, cargos de su Gobierno y militantes del PSOE acorralados por la justicia y los investigadores de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado por causas directamente relacionadas con la corrupción.
https://x.com/bertrandmyd/status/1862612290412883975
La ironía de la situación no escapa a nadie: el hombre que llegó al poder enarbolando la bandera de la regeneración democrática y la lucha contra la corrupción se encuentra ahora en el centro de uno de los mayores escándalos políticos de la democracia española.
La pregunta ya no es si Sánchez será imputado, sino cuándo y por cuántos delitos.
El desenlace de esta crisis política está aún por escribirse, pero una cosa es clara: la presidencia de Pedro Sánchez ha entrado en una fase crítica de la que difícilmente podrá salir indemne.
El tiempo dirá si estamos presenciando el principio del fin del «sanchismo» o si, una vez más, el presidente logrará sortear la tormenta.
Lo que es indudable es que la política española ha entrado en una nueva era de turbulencias, con consecuencias imprevisibles para el futuro del país.
En este contexto, no es descabellado pensar que Sánchez ya no pelea por el poder, sino por evitar un destino más sombrío.
Y con él, parece que todo el PSOE se ha embarcado en una batalla por la supervivencia política y judicial. El partido que una vez se jactó de ser el más progresista de la historia de España, ahora lucha por no ser recordado como el más corrupto.