El escenario político rumano ha dado un vuelco sin precedentes este 6 de diciembre de 2024, cuando el Tribunal Constitucional del país decidió anular los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el pasado 24 de noviembre y que ganó Calin Georgescu, buen amigo de Putin.
Esta decisión, que ha sacudido los cimientos de la democracia rumana, se produce tras la desclasificación de documentos de inteligencia que sugieren una masiva operación de influencia extranjera a través de la plataforma TikTok, presuntamente orquestada desde Rusia.
El candidato en el centro de esta tormenta política es Calin Georgescu, un ultraderechista prácticamente desconocido hasta hace pocas semanas, que sorprendió a propios y extraños al imponerse en la primera vuelta con un 23% de los votos.
Georgescu, conocido por sus posturas escépticas hacia la OTAN y sus elogios pasados al presidente ruso Vladimir Putin, basó gran parte de su campaña en TikTok, una estrategia que ahora se encuentra bajo intenso escrutinio.
La operación de influencia al descubierto
Según los informes desclasificados por el Consejo Supremo de Defensa Nacional de Rumania, la campaña de Georgescu se benefició de una red de aproximadamente 25.000 cuentas de TikTok y grupos de Telegram, coordinados desde 2022. Esta operación, respaldada por una financiación externa de alrededor de un millón de euros, incluyó pagos a influencers y técnicas avanzadas para evadir la detección de bots.
El Servicio Rumano de Inteligencia (SRI) ha sido más explícito en sus acusaciones, señalando que el modo de operar detrás de la campaña de Georgescu es característico de «un actor estatal», en una clara alusión a Rusia. Además, se registraron más de 85.000 ciberataques contra sistemas electorales rumanos, atribuidos también a actores rusos.
La decisión del Tribunal Constitucional rumano ha generado ondas expansivas en toda Europa. La Comisión Europea ha aumentado su vigilancia sobre TikTok, mientras que el Ministerio de Exteriores de Alemania ha expresado su preocupación, afirmando que estos eventos demuestran los intentos de Putin de «dividirnos y socavar la unidad dentro de la UE y la OTAN».
Por su parte, TikTok ha negado categóricamente haber dado un trato preferencial a la cuenta de Georgescu, mientras que Rusia ha rechazado las acusaciones de interferencia en el proceso electoral rumano.
Implicaciones para la democracia en la era digital
Este caso pone de manifiesto la creciente vulnerabilidad de los procesos democráticos ante las operaciones de influencia extranjera en la era de las redes sociales.
La capacidad de plataformas como TikTok para moldear la opinión pública, especialmente entre los votantes más jóvenes, plantea serios desafíos para los sistemas electorales tradicionales.
El factor Trump y el futuro de TikTok
La victoria de Donald Trump en las recientes elecciones presidenciales estadounidenses añade una nueva dimensión a este debate.
Trump, conocido por su postura dura contra TikTok durante su anterior mandato, podría reanudar sus esfuerzos para limitar la influencia de la plataforma en suelo estadounidense.
Durante su campaña, Trump prometió tomar medidas enérgicas contra las empresas tecnológicas que, según él, amenazan la seguridad nacional.
Es probable que TikTok, propiedad de la empresa china ByteDance, se convierta en un objetivo prioritario de la administración Trump 2.0.
La estrategia rusa en las antiguas repúblicas soviéticas
El caso rumano es solo el último ejemplo de los intentos de Rusia por influir en lo que una vez fueron repúblicas soviéticas o países del bloque del Este.
La estrategia del Kremlin en estos territorios suele combinar:
- Desinformación y propaganda a través de medios tradicionales y redes sociales.
- Apoyo a partidos y movimientos políticos pro-rusos.
- Explotación de divisiones étnicas y lingüísticas.
- Presión económica, especialmente en el sector energético.
- Ciberataques contra infraestructuras críticas y sistemas electorales.
En países como Ucrania, Georgia y los estados bálticos, estas tácticas han sido evidentes durante años.
El caso de Rumania representa una expansión de esta estrategia hacia un país miembro de la UE y la OTAN, lo que eleva significativamente las apuestas geopolíticas.
La anulación de las elecciones en Rumania marca un punto de inflexión en la lucha contra la desinformación y la injerencia extranjera en procesos democráticos.
Es probable que veamos un endurecimiento de las regulaciones sobre redes sociales en la UE y posiblemente en Estados Unidos bajo la administración Trump.
Para Rumania, el camino a seguir es incierto. El gobierno deberá fijar una nueva fecha para las elecciones, pero el daño a la confianza pública en el proceso democrático podría ser duradero.
La comunidad internacional, especialmente la UE y la OTAN, tendrán que redoblar sus esfuerzos para proteger la integridad de los procesos electorales de sus miembros.
En última instancia, este caso subraya la necesidad urgente de desarrollar nuevas herramientas y estrategias para salvaguardar la democracia en la era digital.
La batalla por la integridad electoral se está librando ahora en el terreno de los algoritmos y los feeds de redes sociales, un campo de juego para el que muchas democracias aún no están completamente preparadas.