Antonio R. Naranjo titula hoy su columna La psicopatía de Sánchez.
La publica en en El Debate y es un análisis descarnado sobre el comportamiento de Pedro Sánchez, marido de Begoña, amo del PSOE y presidente del Gobierno de España.
El artículo, publicado el 1 de mayo de 2025, llega en un momento especialmente tenso de la política española, con un Gobierno que acumula crisis y polémicas.
El periodista comienza su texto con una afirmación contundente que marca el tono de todo el artículo:
«Pedro Sánchez muestra todos los rasgos clásicos de la psicopatía política: manipulación constante, ausencia de empatía real y una desconexión absoluta con las consecuencias de sus actos».
Esta descripción clínica del comportamiento del presidente sirve como punto de partida para un análisis más profundo de su gestión.
Naranjo no escatima en detalles cuando enumera lo que considera evidencias de este diagnóstico político.
«Lo hemos visto 267 veces, tantas como los avisos que recibió antes del último desastre y que decidió ignorar sistemáticamente. La psicopatía no es solo una condición personal, es un estilo de gobierno que contamina todas las instituciones», escribe el columnista, haciendo referencia a una cifra que ha sido ampliamente comentada en los medios durante las últimas semanas.
Uno de los párrafos más incisivos del texto aborda la relación del presidente con la verdad: «Un psicópata político no miente ocasionalmente por conveniencia, sino que construye realidades paralelas completas donde él siempre es la víctima y nunca el verdugo. Sánchez ha elevado esta práctica a la categoría de arte».
Esta observación conecta con críticas recurrentes hacia la comunicación gubernamental y su manejo de las crisis.
En el desarrollo de su argumentación, el periodista establece paralelismos históricos que refuerzan su tesis principal:
«La historia está repleta de líderes que mostraron estos mismos patrones de comportamiento. La diferencia es que ahora tenemos las herramientas para identificarlos y nombrarlos. Lo que estamos presenciando no es nuevo, pero sí especialmente peligroso en una democracia moderna».
Hacia el final del artículo, Naranjo lanza una advertencia que resuena como conclusión de su análisis:
«El verdadero problema no es que tengamos un presidente con rasgos psicopáticos, sino que una parte significativa de la sociedad y las instituciones hayan normalizado este comportamiento como una forma válida de ejercer el poder».
Esta reflexión amplía el foco de la crítica desde la figura individual de Sánchez hacia un cuestionamiento más amplio sobre la salud democrática del país.
El columnista y brillante tertuliano de radio y televisión cierra su texto con una frase que sintetiza su preocupación:
«Los 267 avisos ignorados no son solo un número, son el reflejo de un patrón sistemático que define la esencia misma de este gobierno. La psicopatía política de Sánchez no es una opinión, es un hecho documentado que pagamos todos los españoles».
La columna de Antonio R. Naranjo se suma a una serie de análisis críticos sobre la gestión del Gobierno que han proliferado en los últimos meses, en un contexto marcado por tensiones políticas crecientes y una polarización cada vez más evidente en la sociedad española.
El debate sobre la salud mental de los líderes políticos y su impacto en la gobernanza no es nuevo, pero adquiere matices particulares en el análisis que hace el periodista sobre la figura de Pedro Sánchez.
Es importante señalar que este tipo de caracterizaciones psicológicas de figuras públicas generan controversia tanto en círculos políticos como académicos.
Mientras algunos consideran que es legítimo analizar patrones de comportamiento que afectan a la gestión pública, otros advierten sobre los riesgos de utilizar terminología clínica en el debate político.
Lo que resulta innegable es que el artículo de Naranjo ha conseguido su objetivo de generar debate sobre la naturaleza del liderazgo político en España y los límites éticos del ejercicio del poder.
En un momento en que la confianza en las instituciones atraviesa una crisis significativa, este tipo de análisis, más allá de su carga ideológica, invita a una reflexión necesaria sobre los valores que deben sustentar nuestra democracia.