El eurodiputado Juan Carlos Girauta titula este 8 de julio su columna de opinión en El Debate como Y de repente todo se derrumba, centrando su tesis en la aparente inmutabilidad del gobierno de Pedro Sánchez pese a los constantes augurios de crisis terminal: la política española, observa, se ha convertido en un bucle donde «el inminente colapso del sanchismo» nunca llega a materializarse.
«Lo pulcro sería que cuando ustedes lean estas líneas el presidente de la Audiencia Nacional hubiera dimitido. Si ese ayudante de ZPSánchez sigue en el cargo, saldrá al mostrador otra anomalía española, tan útiles para un desahogo y tan deprimentes para cualquier otro uso. «En un país normal se marcharía» es una de las frases más manidas de nuestra política doméstica desde, por lo menos, el último lustro del felipismo».
Y es entonces cuando Girauta examina dos posibles vertientes: las dos, son una fantasía, les advertimos.
La primera sería la más lógica pero, entendiéndose del sanchismo, la menos factible:
«Bien, si el presidente de la Audiencia Nacional ha dimitido, significa que un poquito sí nos hemos acercado a la normalidad. No mucho, porque ahí sigue la banda de Sánchez con su menguante capo luciendo esos recién adquiridos rayones en los pómulos. Ahí sigue Bolaños en su poquedad, que rebaja la ferocidad antidemocrática de sus proyectos. No sé qué será de Bolaños después del sanchismo, pero como no lo contrate Pepiño para una delegación lobista en la Romana, va a pasar mucha vergüenza. Ahí sigue la indescifrable Yolanda, en permanente búsqueda de un cierre de frase aseado. Una quimera».
La segunda es la que realmente esperamos casi todos los españoles que se dé en un momento u otro, más pronto que tarde:
«Pero si el presidente de la Audiencia Nacional no ha dimitido cuando usted me lee, un nuevo grano de arena se añade a la cumbrecita del montón. El momento en que el montón se viene abajo se conoce en inglés como ‘tipping point’ y, por mucho que ustedes me tilden de pedante, ignoro su nombre técnico en español. Llamémosle punto de desbordamiento o de catástrofe. Un suceso cualquiera, tan abusivo e ilegal como tantos que le precedieron, lo derrumba todo por razones que no aclarará satisfactoriamente ningún análisis, pues responde a la lógica de los juegos de fuerzas altamente complejos. De repente el personal ya no traga más y brrrrummm… el sanchismo entero, que es el Gobierno más sus medios, más sus órganos sectarios y su imaginaria impunidad, se cae con todo el artesonado».
