Más información
Santa Teresa al rezar decía ´Señor, concédeme lo que te pido, y haz que me convenga, aunque lo que te pido no fuese lo que más me convenga´.
Brillante la Santa en su descaro. Sin embargo, un servidor, pecador impenitente, y mal cristiano donde los haya, dejo esas ´confianzas´ para los fieles que se sientan en las primeras filas de la parroquia.
Por mala conciencia e indigno, me sitúo de pie, detrás de la última fila, junto a la puerta de entrada. Y lo hago por humildad ante Mi Señor, pero también por si entra algún ´mustafá´, malintencionado, a intentar hacer una escabechina de cristianos. Tendría guasa que este ´mal bicho´ que les habla, terminase subiendo a los altares, por su sangre derramada.
Para evitar tan inmerecido honor, amén de por supervivencia, puestos a entrar en el paraíso, aplicaría la cortesía templaria, con el consabido ´Mojamé, al paraíso, usted primero´, que sus vírgenes aguardan.
En otro orden de cosas, aunque es más de lo mismo, hace unos días he estado en Lourdes, en cumplimiento de una promesa que nunca hice.
En otras palabras, he ido a dar gracias por todo y por tanto, y a pedir, no por mí, sino por todos aquellos que, con nombre y apellidos, realmente les hace más falta.
Lourdes nunca defrauda, y puedo asegurar, por experiencia propia, que los milagros existen y la gente, aunque no siempre, vuelve a dar gracias. De ambos casos he sido testigo.
Quien nunca apareció por allí, y eso que le pillaba cerca, fue Bergoglio; que sin embargo sí que cruzó el mundo para visitar países, no precisamente cristianos. Nunca entendí el ´síndrome de Estocolmo´ que sufría este señor.
Ello, amén de sus múltiples ´bocachancladas´, me valió para saber que yo estaba en el lado correcto de la historia.

