“¿Me vas a matar? ¿Puedo rezar?”. El sonido de aquella voz se quedaría grabado en su memoria durante los 30 años que estaría destinado como corresponsal de guerra en medio mundo. Era la voz de un hombre, al que ni siquiera vio la cara, que habían apresado los guerrilleros sandinistas.
Con este episodio sucedido en Nicaragua en 1979 comenzaba Alfonso Rojo la conferencia que ofreció en Orense como apertura al ciclo “Conflictivos, ser periodista lejos de casa” organizado por la Fundación Cum Laude, el Foro La Región y Caixa Nova.
Entre rocambolescos episodios ocurridos en Yugoslavia, Rusia, Irak o Sudáfrica, recordó uno al que asistió en Afganistán con el que comprendió hace ya una década lo que podría significar una Alianza de Civilizaciones.
- “Asistimos varias veces a los castigos rituales que practicaban los talibanes en el estadio de fútbol de Kabul cada semana. Es cierto que no presencié ninguna lapidación o el asesinato de homosexuales pero sí varias amputaciones de miembros a ladrones o la ejecución de criminales de la mano de los familiares de las víctimas.”
Negó que se puede endurecer el carácter en años cubriendo terribles sucesos. No es cierta la creencia de que con el tiempo uno se hace insensible al sufrimiento de algún ser humano en situación de guerra. Vividas en primera persona, “las guerras son menos brillantes que en las películas.”
El director de Periodista Digital no dudó en hacer un paréntesis para expresar su preocupación sobre el estado actual de la profesión periodística.
- “El periodismo no pasa por su mejor momento. Antes, en las encuestas el Periodismo aparecía como uno de los oficios más valorados. Hoy, en esas mismas encuestas hechas del mismo modo, la profesión aparece por debajo del puesto décimo, mínimamente por encima de los políticos.”
Una de las razones que considera para este declive es la falta de autocrítica.
- “Hacemos críticas al resto de la sociedad, establecemos reglas con las que medir diferentes aspectos de la sociedad pero nunca nos volvemos a analizar al Periodismo.”
