Entre las mayores sorpresas se encuentran informaciones de que los talibanes están utilizando sofisticando misiles portátiles infrarrojos contra las aeronaves operadas por las fuerzas de la OTAN
La página web WikiLeaks -en lo que aspira a convertirse en la versión para la era de Internet de la saga de los Papeles del Pentágono sobre Vietnam- ha divulgado un total de 91.731 documentos confidenciales sobre la letal y esforzada labor de las fuerzas militares de Estados Unidos en Afganistán.
Material que presenta un problemático alegato contra lo ocurrido durante seis de los nueve años del conflicto bélico iniciado por la Administración Bush tras la ofensiva terrorista del 11-S.
La masiva filtración, inmediatamente condenada por la Casa Blanca, incluye desde muertes no reconocidas de civiles afganos, hasta detalles sobre las operaciones secretas a cargo del destacamento 373 con el objetivo de eliminar discretamente a líderes del enemigo para evitar enjuiciamientos.
Con una lista negra (JPEL o Joint Prioritized Effects List) que incluye para su caza o captura las identidades de más de dos mil destacadas figuras de los talibanes y Al Qaida.
Algunos informes detallan estas misiones a cargo de comandos del Pentágono. Los papeles hablan de algunos éxitos quirúrgicos pero también de errores fatales, que han provocado la muerte de inocentes civiles.
Daños colaterales, multiplicados por una epidemia de atentados con bombas-trampa por parte de los talibanes, que a la postre han dañado la confianza de la población afgana en las tropas aliadas que operan en su país.
LA JUGADA DE LA WEB
Los documentos han sido facilitados por «Wikileaks» a las publicaciones The New York Times de EEUU; The Guardian, del Reino Unido, y Der Spiegel, de Alemania.
El impacto de los documentos puede ser brutal.
Entre otras cosas, según The New York Times, los documentos apuntan a que los servicios de inteligencia paquistaníes ayudaron secretamente al movimiento talibán en Afganistán, al mismo tiempo que el Gobierno en Islamabad recibía más de mil millones de dólares anuales de Washington por su ayuda contra los insurgentes.
«Los documentos indican que los soldados estadounidenses sobre el terreno están inundados de informes de una red de agentes y colaboradores paquistaníes que opera desde el anillo tribal paquistaní a lo largo de la frontera con Afganistán, el sur de ese país y llega a Kabul».
The New York Times admite que mucha de la información no es verificable, pero que «numerosos informes se basan en fuentes que los militares consideran fiables«.
Los informes también incluyen relatos de primera mano sobre la falta de voluntad paquistaní a hacer frente a los insurgentes que atacan cerca de los puestos fronterizos paquistaníes, apuntó The New York Times.
Estos documentos revelan hechos estratégicamente estremecedores:
«Pakistán permite a representantes de sus servicios secretos reunirse directamente con los talibanes en sesiones secretas de estrategia para organizar redes de grupos militantes que combaten con los soldados de EE.UU. en Afganistán, e incluso traman planes para asesinar a líderes afganos».
The Guardian indica que estos informes revelan cómo «una unidad secreta de fuerzas especiales traza a los líderes talibán para matarlos o capturarlos sin juicio«.
El diario británico también se refiere a las cifras de civiles afganos muertos y apunta que los registros filtrados indican 144 incidentes de ese tipo.
«Algunas de estas bajas se deben a los ataques aéreos que han suscitado protestas del Gobierno afgano en el pasado, pero un gran número de incidentes hasta ahora desconocidos parecen ser el resultado de soldados que abren fuego contra conductores desarmados o motociclistas, a causa de su determinación a protegerse de terroristas suicidas».
Según The Guardian, los documentos admiten la muerte de 195 civiles y las heridas de otros 174.
«Estas cifras es probable que estén subestimadas porque muchos incidentes en duda se omiten de los informes de campo».
GRANDES SORPRESAS
Entre las mayores sorpresas se encuentran informaciones de que los talibanes están utilizando sofisticando misiles portátiles infrarrojos contra las aeronaves operadas por las fuerzas de la OTAN en Afganistán.
Esas armas tierra-aire tendrían tecnología similar a los modelos de misiles «Stinger» facilitados por la CIA a la resistencia afgana durante los años ochenta para luchar contra la invasión del Ejército Rojo ordenada por el Kremlin.
De acuerdo a este increíble tesoro documental, que abarca desde enero del 2004 hasta diciembre del 2009, el servicio de inteligencia militar de Pakistán (ISI o Inter-Services Intelligence) ha permitido que los talibanes encuentren refugio y se organicen dentro de su territorio.
A pesar del incentivado compromiso del gobierno de Islamabad para colaborar con Estados Unidos en la guerra contra el terror.
LA CONDENADA DE LA ADMINISTRACIÓN OBAMA
La publicación de los documentos ha motivado motivó de inmediato una condena tajante del Gobierno de EEUU.
En un comunicado, el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, el general James Jones, indicó que las filtraciones: «ponen en peligro las vidas de los estadounidenses y de nuestros socios».
Jones también subrayó que los documentos filtrados abarcan el periodo entre enero de 2004 y diciembre de 2009, la mayor parte durante el mandato del presidente George W. Bush.
El presidente de EE.UU., Barack Obama, emitió en diciembre de 2009 su nueva estrategia para Afganistán, recordó Jones, quien agregó que el nuevo plan proporciona más recursos para la guerra y se centra más en hacer frente a los refugios de Al Qaeda y los talibanes en Pakistán «precisamente a causa de la grave situación que se había desarrollado en los años anteriores«.
El alto funcionario subrayó la «profunda alianza» entre EEUU y Pakistán y aseguró que «la cooperación antiterrorista ha llevado a golpes significativos contra los líderes de Al Qaeda«.
La publicación de los documentos se produce tras la detención del analista de inteligencia Bradley Manning, acusado este mes de la filtración de datos clasificados.
Manning fue detenido después de que un pirata informático, Adrian Lamo, denunciara que el analista había presumido de haber descargado 260.000 documentos clasificados y habérselos enviado a «Wikileaks«.