No fue un error que Pedrojota publicase un incendiario artículo del tertuliano que tachaba de "chico normal" al rumano que estranguló a su novia embarazada
Entre las numerosas personas que han criticado el artículo de Salvador Sostres publicado el 7 Abril 2011 por El Mundo y titulado «Un chico normal» (no está disponible en la red, por lo que por su interés lo reproducimos al final del texto) por entender que justificaba la violencia machista está Leire Pajín.
Lo ha hecho en su blog en un artículo titulado A mí no me importa Sostres. La ministra de Sanidad utiliza la polémica para atacar a Telemadrid y presentarse como una experta en medios de comunicación.
«Creo firmemente en la libertad de prensa pero también creo que ésta no está por encima de otros derechos.»
A esto añade un párrafo en el que se ataca a Telemadrid, donde es contertulio el periodista catalán, a pesar de que la emisora no tiene nada que ver con el artículo en cuestión:
«Por eso me preocupa que todavía los Sostres del mundo tengan un altavoz que les da volumen, que haya quienes jalean y dan categoría a sus pobres palabras. Y más cuando, como en este caso, uno de esos amplificadores es una televisión pública pagada con los impuestos de los ciudadanos de Madrid.»
Tras retirar el artículo del sitio web de El Mundo.es, Pedrojota Ramírez pidió disculpas en Twitter —Una avalancha de quejas obliga a El Mundo a retirar un artículo de Sostres sobre la violencia machista— y dijo en dicha red social que la publicación del texto se debió a un error:
«Fallaron nuestros controles»
Pajín, sin citarle, le replica en su blog:
«La publicación de ese artículo hoy en el diario El Mundo no es un error. No era la primera vez. Puede que no sea la última»
Analiza el papel de los medios de comunicación, así como su funcionamiento, y da lecciones a los profesionales del periodismo
Los medios de comunicación no son cualquier empresa. Ejercen una función social de transmisión de información y conformación de opinión reconocida y protegida por la constitución. Tienen una responsabilidad evidente en la transmisión de valores. Pido a los medios de comunicación que colaboren a erradicar la violencia, o al menos que no contribuyan a justificarla.
Cuando hay contundencia en las ideas no hay errores en la redacción. Eso lo aprendí hace tiempo.
Eso sí, no explica en que medio de comunicación aprendió dicha lección.
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«UN CHICO NORMAL», por Salvador Sostres (El Mundo, 7 Abril 2011)
El chico rumano de 21 años que ha estrangulado a su novia embarazada, también rumana, de 19, «era un chico normal», según han dicho de él sus vecinos y conocidos. «Discutían como cualquier pareja», ha explicado la madre de la víctima. Después de cometer el crimen -o de presuntamente cometerlo, hasta que no se celebre el juicio- el chaval, horrorizado por lo que había hecho, telefoneó a su padre a Rumania y le mostró el cadáver de su novia muerta a través de una webcam.
Porque un chico normal de 21 años que está enamorado de su novia embarazada, es normal que pierda el corazón y la cabeza, el sentido y el mundo de vista, si un día llega a su casa y su chica le dice que le va a dejar y que, además, el bebé que espera no es suyo.
Ni puedo justificar ni justifico un asesinato, ni cualquier forma de maltrato tenga consecuencias más leves o más graves. No pienso que haya causas morales que puedan justificar matar a alguien, ni que puedan servir siquiera de atenuantes en el juicio. Digo que a este chico le están presentando como un monstruo y no es verdad. Es un chico normal que se rompió por donde todos podríamos rompernos.
Porque hay muchas formas de violencia, y es atroz la violencia que el chico recibió al saber que iban a dejarle y que el niño que creía esperar no era suyo. No te causa la muerte física, pero te mata por dentro y aquel día algo de ti muere para siempre. No justifico lo que hizo, ni creo que se pueda justificar, pero no es un monstruo: es un chico normal sometido a la presión de una violencia infinita, una violencia que no por ser física es menos violenta; un chico que luego tuvo una reacción terrible, inaceptable e inasumible, criminal, y que no sólo terminó con la vida de su novia y la de la criatura que esperaba, sino que terminó, en cierto modo, con la suya propia.
Espero que si algún día me sucede algo parecido disponga del temple suficiente para reaccíonar quemándome por dentro si que el incendio queme a nadie más. Pero me reconozco en el dolor del chico, en su hundimiento, en su caída al fondo de sí mismo oyendo las explicaciones de su novia. Me reconozco en su desesperación, muy normal y nada monstruosa: en su herida, en su desgarro.
Quiero pensar que no tendría también su reacción, como también lo quieres pensar tú. Pero, ¿podríamos realmente asegurarlo? Cuando todo nuestro mundo se desmorona de repente, cuando se vuelve frágil y tan vertiginosa la línea entre el ser y el no ser, ¿puedes estar seguro de que conservarías tu serenidad, tu aplomo?, ¿puedes estar seguro de que serías en todo momento plenamente consciente de lo que hicieras?
Que la justicia dicte su sentencia y que sea tan severa como tenga que ser. Ante un asesinato no hay causas morales. Pero este chico no es un monstruo. Es un chico normal disparado al centro de su querer, arrancado a la vez de la novia y de su hijo, sometido a una violencia brutal que al no ser física nunca se considera, pero que ahoga y machaca lo mismo que cualquier otra violencia.
Hay muchas formas de violencia. La mayoría de los que escriben y leen sobre sucesos ignora cómo a veces el amor se convierte en escoria y en desgracia y se abraza desesperadamente a la tragedia».
Creo que no hace falta comentar nada más. Sólo, Salvador Sostres, pedir lo mismo que tú, que si algún día me cruzo contigo «disponga del temple para reaccionar quemándome por dentro sin que el incendio queme a nadie más».
Yo tampoco soy un monstruo, sólo «un chico normal», pero ante tanta violencia… quién sabe.