«El sumo sacerdote del periodismo de corrección izquierdista de este país es Iñaki Gabilondo», arranca el obús que le dispara Hermann Tertsch desde su columna de ABC —¿Traidor, dices?– al icono de la izquierda mediática. Pocos como Hermann Tertsch saben cómo se las gasta la progresía en el arte de disfrazar la realidad con una cara amable como han venido haciendo la izquierda criada a los pechos de Juan Luis Cebrián y los medios del Grupo Prisa. —Hermann Tertsch: “A mí Polanco me hizo un favor cuando anunció que yo me iba de El País”—
Tertsch saca su artillería para desmontar la imagen de Gabilondo forjada como adalid de los políticamente correcto:
«Idealista, tierno, vulnerable, sensible, es el adalid de lo políticamente correcto y lo periodísticamente humano. Porque no levanta la voz mientras sufre por nosotros. Por los vascos, por supuesto, y por los bosques, por el cambio climático y los linces, por los toros, por los visones de granja y por los despedidos por crueles directivos que encima se pagan primas -salvo si se llama Cebrián-.»
Luego llama la atención sobre su doble moral con la Iglesia y sus continuos ataques como «guarida de pederastas y el Vaticano, centro de conspiración antidemocrática»:
Detesta a la derecha que exporta armas y le decepciona la izquierda que las exporta mucho más. Es incondicional en su adhesión a las víctimas tras un atentado pero implacable con sus familiares dos días después si caen, pobres imbéciles, en las garras manipuladoras de la derecha.. Le duele mucho la hostilidad en España hacia el Islam moderado, tan tolerante. Tanto como la zafiedad y el fanatismo de los católicos españoles, siempre empeñados en azuzar cruzadas. Le indignan, eso sí, la Iglesia, guarida de pederastas y el Vaticano, centro de conspiración antidemocrática.
Tersch le reprocha que se preocupe por el fascismo en televisión mientras «el canal que decía todo lo que le gusta a él cerró por quiebra»:
Sólo los amigos de Gabilondo tienen secciones fijas en periódicos y televisión para insultar a periodistas discrepantes. Para sacar a diario de contexto sus frases, tergiversarlas y manipularlas y alimentar foros de odio para partidarios de palizas, cerrar televisiones y acabar con «los fachas».
Concluye el autor de ‘Libelo contra la secta’ metiéndole el dedo por decir que Aznar es un traidor, recordándole que lo dice «el amigo de quien negociaba con ETA a espaldas del Gobierno de España»:
Ahora dice Gabilondo que Aznar es un traidor. Por decir que nuestra economía va mal. Lo dice el amigo de quien negociaba con ETA a espaldas del Gobierno de España mientras firmaba con éste un pacto antiterrorista. Las palabras públicas no pueden ser traición, los acuerdos secretos con enemigos del Estado lo son.