Los más radicales que acudieron a un llamamiento de Chomsky para actuar en la red

Gulag 2.0: Quién es quién en los digitales a la izquierda de la (extrema) izquierda

La propaganda, agitación política a fin de cuentas, siempre ha necesitado de alguien que la financiase a fondo perdido

La irrupción de internet a mitad de los años 90 pilló a la izquierda internacional en plena crisis, desorientada y, sobre todo, ayuna de los subsidios de Moscú; porque la propaganda, agitación política a fin de cuentas, siempre ha necesitado de alguien que la financiase a fondo perdido. Por aquel entonces, uno de los paladines del anticapitalismo, el profesor del MIT Noam Chomsky, advirtió a sus correligionarios sobre los peligros que entrañaba dejar que la red de redes cayese en las manos equivocadas. «Si no hacemos nada», decía, «internet y el cable estarán monopolizados dentro de diez o quince años por las megacorporaciones empresariales», por lo que era imperativa la «coordinación entre los grupos que se oponen a esa monopolización, utilizando la tecnología con creatividad, inteligencia e iniciativa».

En España el llamamiento de Chomsky tuvo un eco inmediato. En 1994 apareció Nodo 50, un agregador de noticias extraídas de páginas ultraizquierdistas que pronto se hizo un hueco entre los favoritos de los radicales españoles. La receta de Nodo 50 se basaba en ofrecer alojamiento web y un portal a las organizaciones de extrema izquierda que quisiesen publicitar sus mensajes. Cada mañana un encargado seleccionaba las novedades que le parecían más interesantes y se las llevaba a portada. Más de quince años después sigue manteniendo similar planteamiento. Da cobijo a un millar de organizaciones de la izquierda más extrema y ofrece otros servicios como listas de correo, radio online o diseño de páginas web.

Si Nodo 50 es lo más parecido al Yahoo anticapitalista, Kaosenlared hace las veces de Wall Street Journal. Proviene del mundillo radical barcelonés, de una emisora de radio de Tarrasa exactamente, que se recicló como periódico de Internet en 2001. Su inspirador es Manel Márquez, licenciado en Historia y furibundo anticapitalista. La de Kaosenlared (así, todo junto, sin espacios) es una de las páginas web más radicales que existen en lengua española. Tal vez por eso sea de las más visitadas, 23.000 accesos diarios dice tener. Alberga noticias de redacción propia y copia las de otros medios afines, pero siempre y en toda circunstancia son de alto voltaje político.

ESTRELLAS ROJAS

Kaosenlared cuenta con secciones como las de un diario normal aunque debidamente tamizadas por la ideología y por el recolmo del lenguaje políticamente correcto. Los redactores del diario omiten deliberadamente la palabra España sustituyéndola por Estado Español o, simplemente, Estado. Para Cataluña y el País Vasco emplean los canónicos Països Catalans y Euskal Herria. América Latina dispone de sección propia, pero no economía. A cambio, Márquez ha creado subsecciones realmente extrañas como las correspondientes a los «Pueblos originarios de América», «Mujeres y género» o «Defensa animal». Toda una empanada orwelliano-periodística necesariamente indigesta.

Después de tanto esfuerzo redefiniendo la realidad tal y como debería ser en un mundo genuinamente anticapitalista, lo que el lector ve es una ensalada propagandística digna del más curtido revolucionario de los años del Terror Rojo. En las páginas de Kaosenlared se jalea el chavismo, el castrismo, se ataca sin piedad a los demócratas cubanos, se machaca a la Iglesia Católica y se da cobertura plena y abiertamente favorable a toda noticia que emane del entorno proetarra. En la sección de opinión colaboran comunistas de la vieja guardia como Ángeles Maestro, ex diputada de Izquierda Unida que abandonó la coalición porque le parecía moderada, junto a marxistas más jóvenes pero no menos fanatizados como Carlo Frabetti, antiguo guionista de La bola de cristal y gran defensor de Fidel Castro, o Santiago Alba Rico, hijo de Lolo Rico (directora de La bola de Cristal) y filósofo marxista de tendencia propalestina.

A tales extremos de radicalismo ha llegado el periódico de Márquez que hace unos meses el ayuntamiento de Barcelona, gobernado por el nada sospechoso PSC, acusó al portal de «hacer apología de la violencia». La entonces tercera teniente de alcalde y concejala de Seguridad, Assumpta Escarp, llegó a proponer el cierre de la web. La respuesta no se hizo esperar. Kaosenlared desató una campaña propagandística marca de la casa que incluía una recogida de firmas que, aún hoy casi un año después, sigue en portada a modo de aviso por si alguien se vuelve a atrever con ellos.

Kaosenlared es el periódico radical más leído en Internet, pero no el único. Otras cabeceras como Insurgente.org o Rebelion.org ofrecen material similar aunque más enfocados a la, digamos, parte teórica. Rebelión es la criatura electrónica de Pascual Serrano, un comunista valenciano, castrista hasta la médula y ferozmente antinorteamericano. En Rebelión se encuentra la flor y la nata del comunismo en lengua hispana. A diferencia de Kaosenlared, que apuesta por la propaganda inmediata, Rebelión se decanta por el trabajo ideológico más sosegado y profundo. Así, dispone de secciones dedicadas en exclusiva a Noam Chomsky o un curioso apartado que se denomina «cátedra Che Guevara» en el que diferentes autores dedican toneladas de piropos y ditirambos al revolucionario argentino.

Rebelión ni es ni pretende ser imparcial, aunque cuida muy mucho eso de sacar a paseo hoces, martillos o estrellas rojas. Desacreditado el comunismo tras la amarga experiencia soviética y los 100 millones de muertos, sus defensores procuran evitar la simbología para tratar de reinventarse, aunque solo sea en el aspecto gráfico, y conectar de este modo con las generaciones más jóvenes. Como es lógico, tan solo engañan a quien se quiere dejar engañar. En un lugar donde publica Marta Harnecker, la chilena cubanizada autora de Los conceptos elementales del materialismo histórico, superventas entre los revolucionarios de los años 70, James Petras o Alan Woods, dirigente de la Corriente Marxista Internacional, no queda demasiado espacio para interpretaciones.

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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