Pero con la tribu hemos topado, y el rescate significaría quizá, previsiblemente, el fin de Rajoy
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Vale que no sepa quiénes son ‘los nuestros’; pero como esto siga así, tampoco voy a enterarme de dónde están ‘los otros’.
Hace nada (¿ayer?), lo peor que podía pasarnos era que nos rescataran, muy especialmente para la izquierda, porque nos iban a poner unas condiciones de ajuste que ríete tú de los pellizcos de monja que le ha dado este Gobierno al presupuesto.
Pero con la tribu hemos topado, y el rescate significaría quizá, previsiblemente, el fin de Rajoy. Oh, sí, nos pondrían un Monti, un tecnócrata, pero estos con tal de ver al PP fuera de La Moncloa, lo que sea.
Rescate y recortes
Lo deja clarísimo Carlos Elordi («No paran de contarnos milongas») en ‘Zona Crítica’, el aperitivo de ‘Eldiario.es’ que prepara Escola el Chico, don Ignacio.
«[…] los problemas de España han llegado a un punto dramático, en el que sólo la ayuda extranjera puede evitar el hundimiento financiero de nuestro país. Y lo que es peor: que es justamente el Gobierno de Mariano Rajoy el que se niega a pedirla, lo cual es un requisito imprescindible».
Clarísimo, Carlos.
Insiste Elordi:
«Pero Rajoy se sigue negando a hacerlo. Posiblemente porque sabe que todos los Gobiernos que han pedido auxilio financiero a Europa (Grecia, Irlanda y Portugal) terminaron, al poco tiempo, fuera del poder. Y también porque teme que si pide esa ayuda, el PP mismo puede echarle en cara su incomprensible y reiterada afirmación de que España no necesita rescate alguno y hasta pedirle que dimita».
¿Y porque Europa nos pedirá a cambio más recortes, más austeridad? No sé, hasta ahora la izquierda no hablaba de otra cosa, pero repentinamente ha desaparecido esta leve pega. O les tienen muchas ganas al PP o son muy esquizofrénicos.
Y, hablando de esquizofrenia, Prisa cada día disimula menos que es el portavoz oficioso de la Banca española, que se ha hartado de inyectar capital en el ruinoso imperio mediático.
Janli Cebrián pone las cartas boca arriba con deliciosa ingenuidad capitalista en la última esnobada de la casa, ‘El Huffington Post‘, donde no importa lo aburrido que seas que, si tienes un nombre, escribes (gratis).
Se titula «La casa por el tejado» y va de Europa, aunque no, no habla del error evidente que hemos cometido los europeos al dejar que un hatajo de burócratas en Bruselas empiecen la Casa Europa, precisamente, por el tejado.
En medio de insufribles banalidades como «La realidad es que la crisis actual de la Eurozona ha puesto a Europa en una encrucijada histórica», que hace pensar que los sillones de la Academia los reparten en las cajas de donuts, escribe:
«[…] lo más urgente es recapitalizar los bancos en apuros, devolver la liquidez a los mercados y garantizar que el sistema financiero no sufrirá los mismos avatares de los comienzos de los años treinta».
¿Nos quejábamos de Bankia? Pues ya ven al progre de los progres defendiendo que «lo más urgente» no son las necesidades del personal ni devolver la tranquilidad a los españoles ni apuntalar el Estado del Bienestar, sino «recapitalizar los bancos en apuros». Con un par.
¿Lo quieren más claro? Ahí va:
«La austeridad es necesaria y la consolidación fiscal imprescindible, pero sólo rendirán frutos si somos capaces de hacer que se recupere la demanda. En todo este entramado, por lo demás, Europa tendrá que revisar los parámetros del Estado de Bienestar y garantizar unos niveles de protección social compatibles con su rendimiento económico».
«La crisis del capitalismo»
Pero el progresismo es así, tiene una cara muy Loewe, muy de seguir el Ibex pero desde posiciones siempre de progreso.
Ahí está también nuestro inefable ministro de Justicia, cómo no, Alberto Ruiz-Gallardón (¿En el país-mundo?), empeñado en ser siempre el candidato de derechas de las izquierdas.
Y dándose (metafóricamente) de bofetadas con todo lo dicho por Janli, tenemos al niño bonito de las izquierdas plurales o unidades o como se llamen ahora los rojos del Komintern, Alberto Garzón Espinosa.
Garzón habla de «La crisis del capitalismo». No es que haya hablado nunca de otra cosa, que proponer a estas alturas el modelo comunista, con lo que ha llovido y hemos visto, es algo más peliagudo.
Esta gente, como vive en Jauja, se atreve a negar la evidencia que tienen ante sus ojos sin que se les mueva un músculo.
Miren qué comienzo más carcajeante:
«A veces parece que el concepto de capitalismo ha escapado de nuestro vocabulario. De hecho, entre los economistas no es hoy una palabra habitual ni en las intervenciones públicas ni en los debates privados. Ni siquiera los sindicatos, la mayoría de los cuales se definen como ‘de clase’, mencionan la bicha».
¿Dónde dicen que vive este chico? En los últimos meses, y el lector no me dejará mentir, he leído sobre (contra) el capitalismo, llamado con todas sus letras incluso cuando el comentarista se refería a cosa remotamente relacionada con el mismo, cientos de veces.
«Comunismo», en cambio, es palabra que ya no se lee por parte alguna, mire por dónde, don Alberto.
«El reconocimiento de los límites ecológicos y de la naturaleza depredadora del capitalismo, que visualizamos actualmente con mayor intensidad, permite albergar la esperanza de una gestión económica diferente».
Este chico no ha visto últimamente el Mar de Aral (ahora Charco de Aral) ni se ha dado una vuelta por Chernóbil para saber qué es reconocer «los límites ecológicos».
NOTA.- leer artículo original en ‘La Gaceta’