La estrategia evidente es llamar a los grandes sentimientos y no quedar asociado a los temas o conceptos más preocupantes o discutidos y de buscar la centralidad
El poderoso y profesional equipo de comunicación y de estrategia de la Casa Real se ha empleado a fondo. Y Javier Ayuso y todos los que manejan el asunto en el Palacio de la Zarzuela, lo han hecho bien.
Como explica Antoni Gutiérrez-Rubí en ‘El País’, el deterioro de la Corona, en particular de Juan Carlos I y, de forma especial el llamado ‘caso Urdangarín’ ha obligado a Zarzuela a apostar a fondo por la proximidad y la transparencia.
En las últimas semanas, la monarquía se ha hecho un lifting estético y comunicativo.
No sólo ha estrenado web y un canal de YouTube. El trabajo es más serio, profundo y calculado.
Y los resultados de este esfuerzo planificado, que ha afectado a la agenda, los gestos, los mensajes y la estética, han empezado a notarse.
Hace unas semanas se ha sabido que la Casa Real dispone de encuestas internas (que deberían ser públicas, ya que son financiadas con recursos públicos, y más ahora que conocemos la abstención del CIS en relación a preguntar por la Monarquía) que mostrarían que «lo peor ya ha pasado» en relación con la crisis de Botsuana.
Aunque la irritación y el malestar persisten, por la brecha abierta por el comportamiento «no ejemplar» de Iñaki Urdangarin.
En su discurso de Nochebuena -el más breve de la última década- el Rey Juan Carlos I ha omitido las palabras paro, corrupción y desahucios, por ejemplo.
Entre las 1.086 palabras utilizadas por el monarca, seis veces repitió el término «crisis«, aunque acto seguido la atemperó por conceptos como «fortaleza«, «bienestar» o «creación de riqueza«.
La sutil, pero intencionada, reflexión sobre la «política grande que supo inaugurar una nueva y brillante etapa integradora en nuestra historia», que reivindica el Rey en su intervención, es una invitación, fundamentalmente, al pacto bipartidista, propio de los momentos excepcionales en los que la Monarquía ha jugado un papel decisivo e histórico. Todo muy pensado.
La estrategia evidente es llamar a los grandes sentimientos y no quedar asociado a los temas o conceptos más preocupantes o discutidos y de buscar la centralidad.
Se trata de una táctica hábil. Veremos si es suficiente.
LAS PRINCIPALES FRASES DEL DISCURSO
- «No todo es economía. Por muy evidente que sea».
- «La política no vive hoy sus mejores horas en la percepción de los ciudadanos»
- «Quisiera reivindicar la política porque su papel es fundamental en la salida de la crisis»
- «El pesimismo está generando un desapego hacia las instituciones y hacia la función política que a todos nos preocupa»
- «Quiero reivindicar la política grande, esa que para destacar su dignidad y valor solemos llamar la política con mayúsculas»
- «Es necesario promover valores como el respeto mutuo y la lealtad recíproca»
- «Es hora de que todos miremos hacia adelante y hagamos lo posible por cerrar las heridas abiertas»
- «Vivimos uno de los momentos más difíciles en la reciente historia de España»
- «La grave crisis económica que atravesamos desde hace unos años ha alcanzado una intensidad, una amplitud y una persistencia en el tiempo que nadie imaginaba»
- «Hemos de garantizar que nada de lo conseguido juntos, ni los derechos individuales y sociales, ni el bienestar económico ni el proceso de construcción política y económica se vea amenazado»