El periódico digital Público.es publicó el 17 de abril una entrevista al periodista y escritor Arcadi Espada con ocasión del lanzamiento de su libro ‘En el nombre de Franco’, cuya tesis central es que el encargado de negocios de la legación española en Budapest durante el final de la II Guerra Mundial, Ángel Sanz Briz, seguía instrucciones de Madrid en su labor de salvamento de miles de judíos húngaros. Sin embargo, las preguntas versaron también sobre otras cuestiones, hasta el punto de que el titular no tenía nada que ver con el libro —Arcadi Espada: «Una infanta no puede ir al juzgado, es como si va Blancanieves»–. Entre los comentarios de los lectores aparecieron numerosos insultos al entrevistado.
Un día después, Espada ha escrito un duro artículo en su blog de El Mundo respondiendo a los insultos recibidos en la web de Público.es titulado La izquierda vomitada:
Observo el aspecto repulsivo, ignorante, matón, cermeño, beocio y capellán de los comentarios de publico.es y no doy crédito a que puedan pertenecer a personas de izquierdas. Aún hoy, remando entre los vómitos, no acabo de creeerlo.
Escribe sobre su etapa de izquierdas cuando era joven:
Eramos de izquierdas, entre otras cosas, por la educación. Frente a la caspa vociferante y chusquera del franquismo y su insondable vulgaridad la izquierda era también una higiene y una estética.
Compara esa izquierda joven durante el franquismo con la anterior:
Bastaba leer sus viejos periódicos [de la izquierda republicana]. En ellos hozaban los antecedentes de nuestra Grandes y nuestra Torres, cuyos inspiradores deshechos, que nunca rebasan el nivel de los comentarios de publico.es, gozan sin embargo del atónito privilegio de aparecer en la prensa socialdemócrata.
Finaliza:
Por lo tanto no hay mayor novedad. El cajetín urinario de publico.es y de tantos otros lugares de privación conecta perfectamente con algunos modos y maneras de sus abuelos. Tradición y modernidad. Sin embargo, los padres, grupo al que pertenezco en teoría y con honra, no nos acostumbraremos jamás, ¡qué vachaché!, a reconocer a la izquierda entre la mierda.