OPINIÓN / Afilando columnas

Almudena Grandes: «Con el aliento de Aguirre en la nuca, Rajoy no puede negociar con Mas sin arriesgarse a recibir una puñalada por la espalda»

Gabriel Albiac: "No es tan desastroso que una nación desaparezca. El desastre es que, como hoy, la ley no rija"

Como si no hubiera pasado un fin de semana de por medio, los espacios de opinión de la prensa de papel española el lunes 16 de diciembre de 2013 tienen como asunto principal el mismo que el viernes anterior, el referéndum independentista anunciado por Mas, Junquera y compañía. Y como ocurriera tres días antes, se dedican a este asunto muchas más columnas en los periódicos madrileños que en los de Barcelona. Tras hacer sonar una vez más nuestra armónica de afilador, pasamos a contárselo.

Empezamos con la única columna no dedicada al reto independentista que vamos a reseñar en esta ocasión. César Vidal publica en La Razón Adiós, Eurovegas, adiós.

Arranca:

Desde el primer día fui un caluroso defensor del proyecto de Eurovegas. Ha de decirse que no fue fácil porque sus adversarios eran incontables y poderosos. De entrada, a los nacionalistas catalanes los jeringaba de manera suprema que el proyecto se hubiera asentado en Madrit y no en Barcelona; de continuación, las izquierdas estaban que bufaban ante un plan que podía proporcionar empleo a centenares de miles de personas en una CCAA que no gorbenaban y como aderezo final, los fariseos de la extrema derecha a la extrema izquierda clamaban contra el aumento de la prostitución, del vicio y de la droga que, presuntamente, iba a traer semejante plan. Incluso algunos desenterraron el fantasma del antisemitismo y sostuvieron que, puesto que Adelson es judío, nada bien cabía esperar.

Tras ofrecer varios argumentos contrarios a los que se oponían a Eurovegas, concluye:

Pueden estar contentos los nacionalistas catalanes porque Madrit no experimentará beneficio alguno y se limitará a seguir pagando sus despilfarros. Pueden estar contentas las izquierdas riéndose de que la derechona no se ha apuntado un éxito electoral y, a lo mejor, pueden apoderarse de la CCAA de Madrid y hundir la locomotora económica de España. Pueden estar contentos los fariseos de toda laya por haber salvado a Madrid de la prostitución que basta recorrer la Casa de Campo o ciertas zonas de Getafe para contemplar de una manera más sórdida y repugnante que en cualquier casino del mundo. Pueden estar contentos los moralistas porque el juego ya sólo estará en manos de ciertas empresas y del Estado. Pueden estar contentos los antisemitas porque, como en 1492, los judíos son expulsados. Y además ¿a quién le importan los desempleados?

Para meternos en materia sobre el independentismo catalán nada mejor que hacerlo en Barcelona. El periódico del conde de Godó y Grande de España que empieza a recular en su conversión al independentismo sigue contando con algunos portavoces oficiosos de Artur Mas. Uno de ellos es Francesc-Marc Álvaro, menos conocido fuera de Cataluña que Pilar Rahola pero que, según nuestros amigos de Barcelona, juega con mucha más fidelidad el papel de transmisor de la propaganda del Ejecutivo de CiU. Firma en La Vanguardia Unidades y mayorías.


Francesc-Marc Álvaro.

Arranca alegrándose con el anuncio de la consulta independentista, y sostiene el típico argumento según el cual la democracia no tiene nada que ver con las leyes vigentes:

Reubica el debate de la causa catalana en el eje democracia-inmovilismo en vez de mantenerlo en la dialéctica independentismo-unionismo, lo cual facilita la pedagogía internacional del soberanismo y complica las razones de Madrid.

Sin embargo, ya prepara psicológicamente a los seguidores de Mas al advertir, dice que es idea suya, de que no va a haber referendum como tal:

Soy de los que piensan que el referéndum no se hará porque el Ejecutivo Rajoy no lo permitirá y porque Mas (de acuerdo con Junqueras) evitará este tipo de choque a cambio de unas plebiscitarias. Unas elecciones permitirán contar por la puerta de atrás el apoyo social a un Estado independiente, pero implicarán -probablemente- la ruptura de la unidad por el derecho a decidir que fijó la foto del jueves. Una consulta con una pregunta como la compuesta favorece una geometría de posiciones desde Unió y desde ICV que unos comicios, en cambio, limita ¿Qué pasará con CiU y Duran? ¿Qué propugnarán los líderes ecosocialistas?

Concluye:

Hay una unidad política considerable y una unidad social holgada a favor de un referéndum. Mientras, la construcción de una mayoría electoral por el Estado independiente no está hoy asegurada y la opción de un Estado a secas, vagamente federalista sin decirlo, sugiere más un hipotético bloqueo táctico a la secesión que la formulación de otra forma (plurinacional) de hacer España. La autoexclusión del PSC hace que el federalismo sea, de facto, un discurso meramente anti, no una alternativa que compita de tú a tú con el independentismo. Los partidarios del sí-sí son los únicos que, por ahora, hacen política. Esta es su ventaja.


Almudena Grandes.

Tomamos el puente aéreo y vemos lo que se escribe sobre este tema en la prensa madrileña. En El País, Almudena Grandes titula Un clásico. Tras afirmar que Mas estaría encantado con un resultado en el que ganara el sí a la primera pregunta («¿Quiere usted que Cataluña sea un Estado?») y el no a la segunda («¿Independiente?), pasa a comentar la situación del registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante:

Rajoy no es menos rehén de sus compañeros. Con el aliento de Aguirre en la nuca, no es que no quiera negociar, es que no puede hacerlo sin arriesgarse a recibir una puñalada por la espalda. Su dureza no solo no es una virtud. Es una necesidad tan imperiosa como la que ha casado a Mas con ERC.

Concluye colocándose entre esa equidistancia tan del gusto de algunos zurdos entre el independentismo y la defensa de la unidad de España:

A lo mejor, ustedes no han reparado en que el 9 de noviembre es el día de la patrona de Madrid. Yo sí, porque es mi santo. Y como soy escéptica, y del Atleti, la elección de esa fecha concreta sobre las 364 restantes me ha recordado, sobre todo, al ambiente previo de los Madrid-Barça. Lástima que aquí no pueda ganar el mejor, porque no hay ninguno.

Pasamos ahora a ABC, donde Isabel San Sebastián firma La estrategia del cajón:

Fiel a esta peculiar forma de ser y estar en la política, la actitud adoptada por el presidente del Gobierno ante el desafío nacionalista ha consistido, hasta la fecha, en no mover pieza. Sus incondicionales califican este comportamiento de «prudente» e «inteligente» en el empeño de no alimentar la crispación. Muchos de sus defensores mediáticos invocan, paradójicamente, los mismos argumentos que esgrimía en su día Zapatero para hacer lo mismo, y aplauden la que consideran una postura moderada, que contraponen al radicalismo de quienes pedimos que se respete a España y se emprendan acciones contra quienes la ofenden incumpliendo la Constitución.

Añade:

En el País Vasco se han celebrado incontables homenajes a terroristas liberados antes de tiempo merced a la derogación de la doctrina Parot. También en ese caso hubo al principio grandes salvas de palabrería y los ministros de Interior y Justicia garantizaron que no se consentirían actos de exaltación etarra ni excarcelaciones masivas. Promesas vanas. Estrategia del cajón. Esperar a que escampe y encomendarse a la Providencia para que el tiempo diluya el problema.

Concluye:

Pero el problema, de Rajoy y nuestro, es que en este caso el «problema» no va a menos, sino a más. En Cataluña estallará en más pronto que tarde en forma de referéndum o de elecciones plebiscitarias, por mucho que se intente acallar a base de inyectar dinero. En el País Vasco se convertirá en una demanda de acercamiento de todos los presos, respaldada por la abrumadora mayoría del Parlamento autonómico, a la que seguirá una exigencia de autodeterminación similar a la catalana. El cajón presidencial no adelgaza al separatismo, sino que le proporciona impunidad para engordar hasta romper las costuras de España.

También en el diario madrileño de Vocento, Gabriel Albiac escribe Las palabras.

Formo parte del no despreciable número de españoles que, con tal de acabar con esta monótona tabarra, se avendría a votar a favor de independizarnos de Cataluña. Por puro aburrimiento: tengo cosas menos bobas que hacer que despertarme cada día con las mismas tonterías a la hora del desayuno. Lo único que exijo -digo «exijo»- es que eso se genere conforme a derecho. Lo exijo, porque todo ciudadano que paga sus impuestos posee la potestad de exigir que la Administración garantice cómo la literalidad -lo del «espíritu» no me concierne, soy materialista- de la Constitución sea cumplida. Por todos y en todo sitio.

Concluye:

Cuando una nación se dota de Constitución -la española del setenta y ocho como cualquier otra-, es un sujeto constituyente, nacionalmente definido, quien actúa. Y sólo ese mismo sujeto , exactamente el mismo, puede -perdóneseme el palabro- desconstituirse. Tan sólo un referéndum en España puede dar vía legal a que España deje de serlo. Y, en el fondo, no es tan desastroso que una nación desaparezca. El desastre es que, como hoy, la ley no rija. En ningún sitio.

Terminamos en la contraportada de El Mundo, donde Raúl del Pozo publica Cafrería y lepra.

El Gobierno con sus amenazas se está convirtiendo en una fábrica de independentistas, dijo Oriol Junqueras en el «histórico» discurso (los medios adjetivan «histórico») del Forum de Barcelona. ¿Qué amenazas? No hay pero, como me explican, a partir de ahora la dinámica será diabólica; en otoño habrá cadenas humanas, montarán el cirio, las movilizaciones tendrán carácter insurreccional, crecerán los independentistas. La cafrería no está en Madrid ni la Bastilla en España, sino en Bruselas. «El Estado tendrá que negociar con quien tiene peso, y quien lo tiene, todavía, antes de que en unas elecciones intempestivas arrolle Esquerra, es Convergència». Es la tercera vez que Cataluña se propone declarar la independencia, pero en las ocasiones anteriores el Estado tenía capacidad de respuesta coercitiva, ahora son los catalanes los que han de asumir su propia contradicción.

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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