Francisco Granados, la caída de un broker que quiso jugar a los espías

Detienen al ex número tres de Aguirre en el marco de una operación contra la corrupción municipal

Francisco Granados, la caída de un broker que quiso jugar a los espías
Granados EP

Una cuenta en Suiza le obligaba el pasado mes de febrero a dejar sus cargos en el Senado y en la Asamblea de Madrid. Ahora, la Guardia Civil lo ha detenido en el marco de una operación contra la corrupción municipal dirigida por el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, en la que se investiga el cobro de comisiones ilegales y la existencia de adjudicaciones fraudulentas.

Hay varias provincias implicadas (Madrid, Valencia, León y Murcia), 200 registros previstos, varios politicos y empresarios implicados (unos 50) y más 200 millones de euros en contratos públicos en los últimos dos años, con el ex político del PP en el centro de la fotografía.

Francisco Granados, senador y diputado autonómico, ex consejero de Presidencia, Interior y Justicia de la Comunidad de Madrid, ex número tres de Esperanza Aguirre y todavía presidente del Partido Popular en el municipio de Valdemoro, es uno de esos políticos de los que se suele decir que están «salpicados» por los escándalos.

Sin embargo, había logrado capear los sucesivos temporales (grabaciones Gürtel, espionaje, operaciones inmobiliarias bajo sospecha) hasta que la información destapada por el diario El Mundo sobre una cuenta en Suiza a su nombre con 1,5 millones de euros ha precipitado su dimisión.

Ahora, toca fondo con su detención. Atrás queda una enconada carrera política contra Ignacio González para recoger el testigo postaguirre. Una batalla perdida.

Sin apoyos dentro del partido y «apartado para darle a un botón» en el Senado, como él mismo reconoció en televisión, Granados renunció a su condición de aforado aunque existía la posibilidad de que se iniciara una investigación judicial -que ahora se confirma- sobre la cuenta offshore en la que guardaba un dinero que dice que procedía de actividades previas a su entrada en política.

«Ser aforado es un privilegio estúpido y decimonónico», sentenciaba. Muchos -incluido él- eran los que aseguraban -y aseguran- que la «guerra interna» en el PP se lo ha llevado por delante, los mismos que se muestran convencidos de que, en el fuego cruzado, habrá más cadáveres políticos. «Cansado, y víctima de un linchamiento», Granados aseguraba irse sin rencores.


Cenizas

Natural de Valdemoro, Francisco Granados se presentó a las elecciones a la alcaldía de su municipio en 1995, siendo el candidato más votado pero sin conseguir el bastón de mando tras la pinza PSOE-IU. Recién llegado del mundo de la banca -trabajó en Interdealers S.V.B., Société Genérale, Caja Madrid e Ibercaja- la llamada del servicio público se tradujo en poder con la mayoría absoluta conseguida en 1999 que le aupaba como regidor de Valdemoro.

Cargo que ostentó hasta 2003, cuando Esperanza Aguirre reclamó su presencia como consejero de Transportes a pesar de haber revalidado la mayoría absoluta en las municipales. Un año más tarde, en 2004, Granados ampliaba su influencia en el PP con su nombramiento como secretario general del partido en Madrid, pasando en años sucesivos por las consejerías de Presidencia, Interior y Justicia.

Pero el ascenso político de Granados comenzó a cubrirse bajo sombras de sospecha. O quizás se prendió una larga mecha que ha tardado ocho años en explotar. En octubre de 2006, alguien incendiaba el coche de Nieves Alarcón, la mujer del entonces consejero de Presidencia, en el garaje de la casa del matrimonio.

El Mini Cooper descapotable ardía y la investigación policial posterior arrojó las correspondientes cenizas sobre un suceso que Esperanza Aguirre calificó como «el primer atentado político de la historia de Madrid».

El caso es que el vehículo en cuestión estaba a nombre de la empresa Grandes Locales de Negocios SL, perteneciente al grupo Obras y Vías SL, una compañía contratista con mucha presencia en Valdemoro.

Las explicaciones burocráticas ofrecidas por Granados, que culpó al concesionario de segunda mano que le había vendido el coche, Car Valdemoro, de no haber realizado el papeleo pertinente, fueron desmentidas por la Dirección General de Tráfico.

Unas razones que aún quedaron más en entredicho cuando, en 2009, el diario Público destapó que la misma empresa propietaria del coche estaba construyendo desde 2006 una supermansión en la que la mujer de Granados elegía suelos y mobiliario pero que aún no tenía dueño. «Será nuestra si la compramos», decía Granados. La mecha seguía encendida.


«El tío más sucio del mundo»

Definitivamente, 2009 no fue un buen año para Granados. En febrero, un antiguo directivo de la empresa DICO-DHO, Jesús Merino, hizo una sonada aparición pública en Interviú para contar que desde agosto del año anterior estaba relatando a un notario las comisiones millonarias que la citada empresa había pagado a políticos locales de numerosos ayuntamientos madrileños, entre los que, como no, estaba Granados. Además, el caso estaba ya en manos de la Fiscalía Anticorrupción.

«Pagábamos en todos los sitios donde construíamos. Hemos ‘actuado’ en Las Rozas, Majadahonda, Boadilla, Coslada, San Fernando de Henares, Villanueva del Pardillo… y muchísimo en Valdemoro cuando era alcalde Francisco Granados», denunciaba Merino, que calificaba al secretario general del Partido Popular madrileño como «el tío más sucio del mundo».

DICO-DHO, con gran presencia en la Comunidad de Madrid en la primera década de los 2000, se convirtió en muy poco tiempo en la novena constructora de España.

Sin embargo, la denuncia quedó en agua de borrajas y aunque Merino era testigo protegido de la Fiscalía Anticorrupción, varios medios informaron de que Granados había descubierto su identidad, con la consiguiente preocupación de la familia y el entorno del denunciante, que también señalaba a sus antiguos jefes en DICO-DHO, supuestos amigos íntimos de Granados.

El político madrileño siempre ha mantenido que jamás ha recibido ninguna comisión de ninguna empresa.


Una de espías

El 2009 fue también el año del Gestapillo, la trama de espionaje interno en el Partido Popular de Madrid que tuvo como objetivos al entonces vicealcalde Manuel Cobo y al ex vicepresidente Manuel Prada, en el marco de las luchas internas Rajoy-Aguirre. Granados era el titular de Interior en aquel momento y apareció ante la opinión pública como el orquestador de una operación realizada por funcionarios a su mando, casualmente residentes en Valdemoro.

Poco más tarde, en medio de toda aquella vorágine, unas imágenes grabadas con cámara oculta al actual presidente regional Ignacio González en un viaje a Colombia añadieron más leña a un fuego avivado con facturas pagadas por un amigo de Granados a una agencia de detectives.

No era la primera vez que ese amigo de la infancia, David Marjaliza, ex presidente de Nuevas Generaciones del PP de Valdemoro y ex concejal, aparecía relacionado con Granados.

Grabadoras y un tapado

Al año siguiente, en 2010, próxima ya la caída de Granados tras el órdago del espionaje, las filtraciones de la trama Gürtel estaban a la orden del día. En una de las grabaciones realizadas por el concejal díscolo de Majadahonda Juan José Moreno, recogida por el diario El País, aparecía el nombre del «tapado» de Granados, el mencionado David Marjaliza, que también ha sido detenido en la operación de este lunes.

En una conversación entre Moreno y el constructor Raúl Calvo, de DICO-DHO, ambos atribuyen vínculos con constructoras a diversos cargos, como Francisco Granados, al que «le habían quitado la consejería de Obras porque ahí querían manejar el cotarro». La transcripción de El País no dejaba lugar a confusión:

«Raúl Calvo: Y luego te contaré más. Hablé con David Marjaliza, sabes quién es [Marjaliza es un constructor que maneja decenas de empresas inmobiliarias y que ha operado mucho en Valdemoro, que fue gobernada por Granados como alcalde].

Juan José Moreno.: David Marjaliza. No sé quién es.

Raúl Calvo: El tapado de Granados.»

En noviembre de 2011, Aguirre y González apartaron a Granados del gobierno madrileño y le proporcionaron un ‘retiro’, quizás prematuro, en el Senado. «Apretar botones» no parece ser algo que haya convencido al ex secretario general, aunque la dimisión se produjera cuando la mecha llegaba al final y la bomba ya había explotado. Granados decía adiós agradeciendo la confianza de Aguirre, aunque quizás estaba reteniendo en sus labios un «hasta luego». Sin embargo, el camino estaba plagado de minas y aún quedaban unas cuantas bombas por explotar.

 

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