Por razones que a muchos se nos escapan y que, según un sector del socialismo, están muy vinculadas a la estrecha relación que la periodista Esther Palomera, tertuliana gold, –¿Sabes quiénes son los tertulianos que más han cobrado de TVE en la última década?– tiene con Madina, rival de Pedro Sánchez, le pega al líder actual del PSOE un estacazo memorable, irrespetuoso y bastante insultante este 21 de noviembre de 2015 en un artículo en el Huffington Post –Rajoy no es Aznar, pero Sánchez parece Gila–
Esto es lo que suelta Palomera sobre el líder del PSOE en su artículo. De haber sido el secretario general Eduardo Madina habría que ver haber visto si el nivel de ensañamiento cobraba iguales tintes:
A cuatro semanas por tanto de las elecciones generales y ante un debate inesperado como es el de una nueva guerra, la estrategia de los candidatos parece nítida. La del PP pasa por no repetir errores pasados. La de Ciudadanos, por seguir pescando en el caladero de la derecha más conservadora. La de Podemos, no es tanto el «no a la guerra», sino el «no basta con la guerra». ¿Y la del PSOE?
La del PSOE es errática y confusa. Pedro Sánchez acertó tras las primeras horas de los atentados al rodearse en una cumbre improvisada de la experiencia de los ex secretarios generales de su partido, acudir a la cita del pacto antiyihadista y ofrecer todo su apoyo al Gobierno en un asunto de Estado.
Hasta ahí llegaron sus aciertos. Después, con la sobreactuación, todo se fue al traste. Primero, se mostró a favor de una acción militar en Siria con amparo de Naciones Unidas. Después pidió a Rajoy que no se limitara a observar ni a asentir las iniciativas de otros países, sino que liderada una respuesta propia. Y más tarde, acusó al presidente de ocultarle información militar porque el Gobierno estaba plateándose relevar al Ejército francés en el Sahel y la República Centroafricana para que los militares galos concentraran sus efectivos en la lucha contra el Estado Islámico.
Sigue erre que erre:
Repetimos. ¿Dónde está el PSOE? El domingo, en el pacto antiyihadista con el Gobierno; el lunes, en una «respuesta de fuerza»; el martes, en una intervención militar en Siria con el amparo de Naciones Unidas; el miércoles, en que España liderara la posición de la ONU; el jueves, en rebajar el tono y el viernes, en la confrontación directa con el Gobierno tras negarle legitimidad para tomar cualquier decisión con las Cortes Generales disueltas. Por el camino, en Barcelona hizo sus propias propuestas para la lucha contra el terrorismo yihadista como si no fuera firmante de pacto alguno y como si algunas de las que glosó no estuvieran ya recogidas en el documento que él mismo rubricó. Y para rematar, en Bruselas se declaró en contra de suspender partidos de fútbol por mucho riesgo de atentado que hubiera. Semejante declaración la hacía horas antes de que en Hannover se suspendiera el partido entre Alemania y Holanda por motivos de seguridad y se supiera que los terroristas pretendían estallar cinco bombas.
No hay socialista en el mapa que sepa cuál es la posición oficial de su partido en un asunto, el de la seguridad nacional, que sin quererlo se ha colado de lleno en la campaña, como hace una semana se coló el inicio de desconexión de Cataluña. Unidad de España y seguridad, dos debates el los que, a tenor de todos los cualitativos, el PSOE siempre pierde frente a una derecha que amalgama en tiempos de incertidumbre.
Y concluye:
Pese a todo, Sánchez parece vivir la guerra de Gila La de Sánchez, dicen sus críticos, parece la guerra de Gila. «Oiga, ¿es la guerra?. ¿Podrían parar un momento? ¿Qué quieren que les mande….?»
Pues esta ha sido la semana en la que Cataluña y su inicio de desconexión pasaron a un segundo plano y en la que, entre bombardeo y bombardeo, el jefe la oposición que impulsó el pacto antiyihadista se salió de él para hacer la guerra por su cuenta. El PP ya ha tomado nota y ha decidido, para lo que resta de campaña, igualarle con Rivera y Iglesias. Ya nadie cree, ni siquiera en el PSOE, que el 20-D vaya de Rajoy o Sánchez. Y tras las últimas encuestas, mucho menos.