No deja indiferente a nadie. Pedrojota Ramírez, director de El Español, concedió el 23 de agosto de 2015 una amplia entrevista al rotativo tinerfeño El Día donde, evidentemente, habla largo y tendido sobre su nuevo proyecto periodístico, aunque también hay lugar para los ‘zascas’ –«El cuarto poder está en sus cuarteles de invierno»–
El primer palo, sin dar nombres, a quienes le empujaron a salir de El Mundo, a los que llama financiadores de El Español merced a los seis millones de euros que sacó como indemnización :
No deja de ser una ironía que los que maniobraron para destituirme [de El Mundo] se están convirtiendo en los principales financiadores de El Español.
Asegura que nadie le va a imponer la línea editorial de El Español:
A mí me ha dejado por imposible mucha gente hace mucho tiempo. Este fin de semana vamos a poner en marcha algo muy novedoso: vamos a someter un documento con nuestras prioridades editoriales para debate y discusión de los suscriptores y que puedan intervenir.
Le suelta un palo a El País por borrar su nombre y dice que no ve negativo que el periodista sea noticia:
Somos una institución que debe estar sometida al control de los demás medios como cualquier otra. Estoy muy orgulloso de que Financial Times haya dedicado a El Español y a mi persona nada menos que su tercera página… Supongo que más de uno habrá pegado un respingo al abrirlo en España. Estoy muy orgulloso de que The Times de Londres también me haya dedicado una gran historia, y que el primer periódico de negocios de Alemania haya hecho lo mismo, y estoy muy feliz de que EL DÍA de Tenerife se ocupe de nuestro proyecto. Creo que es algo natural. Lo que es algo artificial e insano es que algún otro periódico sea capaz de censurar su primera edición para borrar mi nombre de un texto de un columnista, como ocurrió con El País. Cuando un periódico empieza a tener listas negras y empieza a ejercer la censura respecto a un colega, significa que está dispuesto a hacerlo también respecto a un novelista, un científico o un político. Demuestra que hay algo corrupto en el corazón de ese periódico y que hay razones para que los ciudadanos desconfíen del equipo directivo de ese periódico.