Xavier Monge, miembro del Secretariado Nacional de la CUP, utilizó este 29 de diciembre de 2015 su voz en Twitter para quejarse del rumbo que está siguiendo la historia de la independencia. Después de publicar varios mensajes, ha cerrado su perfil:
«Iría siendo hora de poner sobre la mesa la pura realidad: el proceso es el mayor fraude de la política catalana».
«Ni ganamos el 27-S, ni la UE hará nada por nosotros, ni habrá ningún referéndum pactado. Y la oligarquía catalana no romperá la baraja».
«Un mandato inexistente, una hoja de ruta en blanco, una legislatura muerta, y todavía hablamos de investir el mayor cadáver político del momento. Bravo».
«Disfrutad de vuestro reino de fanáticos», fue lo último que se pudo leer en el time line del miembro de la CUP, y se despidió de Twitter.
No está contento nadie en Cataluña con el devenir del proceso secesionista. No lo están los fanáticos de Artur Mas, decepcionados con que la CUP esté manejando el gobierno de la región. Y tampoco lo están muchos de la CUP, ese partido antisistema que ha estado y sigue estando a punto de investir a Mas como President.
La biógrafa del hasta ahora President y máximo culpable de este despropósito, Pilar Rahola, por ejemplo, se la tiene jurada a los de la CUP —Grietas en el independentismo: Pilar Rahola y Antonio Baños se dan de navajazos en una emisora de radio–, —Rahola se flagela por el rumbo del ‘procès’ y acusa directamente a la CUP: «Somos un engendro marciano con gente rarísima»–. Y desde la CUP viene a pasar lo mismo.
Después del domingo de 27 de diciembre de 2015 en el que la asamblea de este partido de izquierda radical hiciera el ridículo más desvergonzado de la política nacional haciendo empatar una votación de 3.000 electores al sí o al no a Artur Mas —Cachondeo general en Twitter a propósito del ‘apestoso’ empate en la asamblea de la CUP–, las primeras voces discrepantes empiezan a surgir.