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«La mayoría de la gente de El Mundo preferiría que yo no estuviera en el periódico»

Elena de Regoyos, Viernes, 18 de noviembre 2005
"Columnista prodigio", con 27 años David Gistau se convirtió en el opinador más joven de un periódico nacional. Tras casi un año en El Mundo insiste en que la acogida no ha sido buena, y no se acaba de sentir bien. Echa de menos La Razón. De todas formas, reconoce que "mi columna transmite una imagen personal de mí muy dura, muy odiada, y me está forzando una imagen pública muy antipática". Quizás sea porque, como dice, prefiere ser polémico a pasar desapercibido. Tampoco se integró en "la tribu" cuando intentó ser corresponsal de guerra y al fin y al cabo, además de aquella mala experiencia profesional, asume que "me importa un carajo la información" y que, en definitiva, "no soy un buen periodista".

{p}”Columnista prodigio”, podría ser. ¿Cuándo empezó en la profesión periodística?{/p}
{r}Mientras estudiaba Periodismo, que nunca acabé. La época profesional que más me ha gustado en la vida fue cuando fui reportero de viajes para una revista especializada llamada “Paisajes”. Estuve en toda América, en Asia menos… pero hice el viaje más divertido de mi vida, a las islas del Caribe haciendo cabotaje. Es la época profesional que añoro y en la que más me he divertido.{/r}
{p1}¿De ahí pasó a la televisión? ¿Cómo fue?{/p1}
{r1}En esa misma revista, entre otras cosas, yo hacía una especie de horóscopo de humor. Lo leyeron en la televisión y me llamaron para hacer colaboraciones como guionista.{/r1}
{p1}¿En qué programas trabajó?{/p1}
{r1}Estuve en Antena 3, trabajé para Pepe Navarro y algunos especiales de humor.{/r1}
{p1}¿Cómo llegó a La Razón?{/p1}
{r1}Vino cuando yo ya tenía años de experiencia, pero no en periódicos, sino en la revista y la tele.{/r1}
{p1}¿Cuántos años tenía?{/p1}
{r1}Unos 27, cuando se fundó La Razón.{/r1}
{p1}¿Entró directamente como columnista?{/p1}
{r1}Yo hasta ese momento no tenía ninguna experiencia en diarios, en periodismo de primera línea, informativo. Para irme a La Razón me llamó Tomás Cuesta, que conocía, no sé ni cómo, mis crónicas de viajes en la revista “Paisajes”, y le habían gustado. Me llamó para que fuera una especie de cronista-reportero, un poco para todo.{/r1}
{p1}¿Y lo de ser columnista?{/p1}
{r1}Sucedió un poco accidentalmente. De pronto a alguien se le ocurrió que como era un periódico muy nuevo y muy precario, podía venir bien que alguien joven probase suerte con la columna. Y así fue. Creo que se le ocurrió al propio Tomás, pero no lo recuerdo bien.{/r1}
{p1}¿Cómo se le trata en el mundillo de los columnistas?{/p1}
{r1}No hago mucha vida profesional, no me junto con mucha gente del oficio. De los pocos amigos que tengo en el oficio son más bien gente de redacción que eran mis amigos en La Razón, porque en El Mundo no he hecho ninguna amistad. Quiero decir que yo no hago vida de columnista, de ir a presentaciones, o a bares de columnistas a ver qué piensan de uno. Esa endogamia yo no la vivo. Cuando empecé en La Razón fue una apuesta fuerte, porque yo era muy joven y desconocido, y me consta que dentro del periódico hubo gente a la que no le pareció una buena idea. Pero tampoco lo recuerdo como algo traumático. Salió más o menos bien y ya está.{/r1}
{p1}¿A quién no le pareció una buena idea?{/p1}
{r1}No lo sé, son los típicos rumores que te llegan, que el director te dice… Pero insisto en que no fue algo traumático y en ningún momento creó un conflicto en el periódico. Hubo disparidad de opiniones, pero yo creo que conmigo lo ha habido siempre y no me parece mal, me parece razonable. {/r1}
{p1}¿Quiénes dudaban se han acabado mordiendo la lengua?{/p1}
{r1}No, por lo menos lo que yo creo que se consiguió en La Razón fue no dejar en mal lugar a quienes me defendían, que eran el director Vera y Tomás, porque al margen de que yo haya podido meter la pata en varias ocasiones, no se puede decir que la columna fuera una mala idea. No fracasé como columnista, por lo que no les dejé a ellos ante los leones. Nadie puede decirles “os lo dijimos, este chico no valía”.{/r1}
{p1}Cuando dice que ha metido la pata, ¿a qué se refiere, concretamente? ¿Cuándo considera que ha metido la pata?{/p1}
{r1}Hombre, escribiendo columnas vehementes de forma diaria, en muchas se te va la olla, qué duda cabe. Y yo soy consciente de ello, muchísimas veces he sido injusto o he pensado que podía haber contado hasta diez antes de escribir algo. Tampoco sabría decirte de una columna en concreto, no me acuerdo de ningún caso en particular. Pero sí que me ha pasado, cuando he conocido personalmente a gente a la que he podido dar una leche con una columna, luego me ha dado pena habérsela dado, porque al conocerles me he dado cuenta de que no son como yo les veía. Y piensas: “joder, qué putada haberle escrito esto, si le hubiera conocido antes no lo hubiera hecho”.{/r1}
{p1}¿Diría que le gusta la polémica, que cuando ve que puede haber “jaleo” se lanza demasiado rápido a escribir?{/p1}
{r1}No tengo vocación de polémica, pero tampoco me molesta. Lo peor que te puede pasar cuando escribes en un periódico es pasar desapercibido. Yo prefiero crear polémica a pasar desapercibido. Pero no quiere decir que por cultivar una imagen determinada yo busque polémica gratuitamente. No es así. De hecho, cuando alguna columna polémica levanta mucho ambiente enrarecido a mí no me gusta, no lo llevo bien. Por resumir, acepto el precio de la polémica y siempre la preferiré a la indiferencia, pero tampoco me siento especialmente cómodo.{/r1}
{p1}¿Por qué le incomoda ser polémico?{/p1}
{r1}Porque me he dado cuenta de que una cosa que me está ocurriendo es que mi columna transmite una imagen personal de mí muy dura, muy odiada, y que no es la de la persona. Afortunadamente mi entorno cercano y mis amigos saben cuál de los dos soy yo Pero me hago cargo de que la columna me está forzando una imagen pública muy antipática.{/r1}
{p1}¿Le llega la opinión de sus lectores por algún medio?{/p1}
{r1}Me llegaba cuando estaba en La Razón, porque a la redacción de La Razón yo iba, pero a El Mundo no voy nunca, así que no hago acopio de correo. En la época de La Razón decían de todo, bueno y malo, porque además yo en esa época, en La Razón, oscilaba de alguna manera. Estaba Aznar en el poder, y lo que siempre me ha gustado es estar contra el poder, entonces oscilaba entre la crítica a Aznar dentro de La Razón con otras columnas que por supuesto impedían pensar que yo soy de izquierdas. Entonces yo creo que el lector de La Razón estaba desconcertado conmigo, como “¿tú quién eres, eres de los nuestros o no?{/r1}
{pag}{p1}¿Y es de los suyos o no?{/p1}
{r1}Espero no ser de los de nadie, espero ser de los míos.{/r1}
{p1}Lo que está claro es que no deja impasible a nadie, y no es extraño que le comparen con Francisco Umbral, ¿se considera su “sucesor”?{/p1}
{r1}Me parece una pasada eso. Con Umbral pasa como con Magic Jonson. Esa camiseta no la va a vestir nadie, hay que retirarla. Es una comparación absurda. Es exagerado en todos los sentidos. Entre otras cosas porque yo sigo pensando que la columna es un género al que yo he llegado accidentalmente y no es el que más me gusta ni el que mejor hago.{/r1}
{p1}¿Cuál es el género que más le gusta y el que mejor hace?{/p1}
{r1}A mí me gusta narrar. Yo el día de mañana, cuando sea mayor, quiero acabar de templar un estilo narrativo que me permita ser novelista, un novelista digno que pueda vivir de ello. Mientras tanto, lo que echo mucho de menos, es la época en la que viajaba para contar cosas, y ahora no lo hago.{/r1}{ladillo}Corresponsal de guerra{/ladillo}
{p1}Con lo que sí ha experimentado es con la corresponsalía de guerra.{/p1}
{r1}Sí, pero eso salió fatal. Eso me sirvió para comprobar que no sé hacerlo. Y no lo voy a volver a intentar.{/r1}
{p1}¿Fue en Pakistán?{/p1}
{r1}Sí, fue allí.{/r1}
{p1}¿Sólo aquella vez, o ha estado en más sitios?{/p1}
{r1}Había estado antes en Kosovo, pero una semana con la guerra terminada y acompañando a la Legión. Pero fíjate, yo he tenido dos intentos de ser corresponsal de guerra y no he llegado ni a ver la guerra. Periodísticamente me ha salido muy mal, pero vamos, no me importa, no lo asumí como un fracaso. De alguna forma todo el que tiene una vocación periodística tiene algo idealizada la imagen del corresponsal de guerra que te viene por los mitos de Hemingway y demás. Y yo tenía la espina clavada de no haberme probado en ese género nunca. Ya lo hice, salió mal, no tengo por qué considerar que está pendiente, porque no lo está, y a otra cosa.{/r1}
{p1}¿Por qué salió mal? ¿Le daba miedo…?{/p1}
{r1}Miedo no, si no llegué ni a estar en conflicto. Porque no me integré, como me pasa siempre, en lo que es “la tribu”. No sabía cuando iba para allá que el periodismo de guerra tiene una cuota de aburrimiento tremenda, que es cuando no pasa nada y tienes que esperar. No me gustó el ambiente de los periodistas metidos en un hotel contándose las batallas o dejando muy claro quién es amigo y quién es enemigo. Es como un ambiente de redacción trasladado a un lugar exótico, con las intrigas, los malos rollos, etc. {/r1}
{p1}¿De qué le sirvió, profesionalmente?{/p1}
{r1}Lo que he descubierto allí es que no tengo las características de buen periodista. Me importa un carajo la información, no tengo tenacidad para la investigación, soy vago, lo que me gusta es pasarlo bien. Entonces no soy un buen periodista, y punto.{/r1}
{p1}Hablando de corresponsales de guerra, con la familia de Couso ha tenido polémica por “menospreciar” su muerte. ¿Qué opina de la forma en que murió?{/p1}
{r1}Yo escribí una columna en la que no valoré las circunstancias de su muerte, porque no las conozco. Tiendo a pensar que es casi un accidente laboral, pero tampoco lo podría garantizar. Lo que sí critiqué, y en esto me ratifico, es la utilización política que se hizo de esa muerte. Esa muerte termina alimentando el antiamericanismo, porque yo siempre me pregunto lo mismo, existe un doble rasero. Parece que la muerte de Julio Anguita Parrado, como no sirve al antiamericanismo, no ha indignado a nadie y no se ha vuelto a hablar de él. Lo mismo sucede con los dos periodistas italianos: Giuliana Sgrena se convirtió en un mártir del antiamericanismo, se montó un lío colosal cuando la dispararon; sin embargo cuando Al Zarqawi decapita a Enzo Baldoni nadie lo dice, ¿por qué el pobre no sirve como homenaje a la profesión? Porque no sirve al antiamericanismo.{/r1}
{p1}Son temas delicados…{/p1}
{r1}Yo esto lo trato siempre con mucho respeto, porque por supuesto, lo que para mí es un asunto periodístico, para la familia de Couso es un drama. Entonces no me voy a meter en peleas con ellos. Yo lo que critiqué es la utilización política antiamericana de la muerte de Couso, y me parece obvia.{/r1}
{p1}De su etapa como corresponsal de guerra, José Antonio Vera le dedicó un capítulo divertido en su libro “La Gran Mentira”, diciendo que “a Gistau lo mandamos a la guerra y el muy capullo se dedicó a enamorarse”.{/p1}
{r1}Y tiene toda la razón, además. Antes que nada, aclaro que José Antonio Vera es un gran amigo mío, y eso no creo ningún conflicto entre nosotros, sino que fue una broma particular. Eso en realidad ya lo había escrito él en La Razón. Para empezar tiene razón. Fuera de contexto puede parecer un tono agresivo, pero es una clave cachonda entre dos amigos. Insisto en que tiene razón. Demasiado bien se portó Vera conmigo como director con lo que yo hice allí.{/r1}
{p1}¿Qué hizo?{/p1}
{r1}Pues nada. Me dediqué a hacer crónicas excéntricas a mi bola, además me marché demasiado pronto porque me cansé y estaba aburrido. Podría ir a una facultad de periodismo a explicar todo lo que no se debe hacer en un caso profesional como aquel.{/r1}
{p1}Volviendo a su faceta como columnista, son ya famosos sus enfrentamientos surgidos a raíz de lo que escribe, ¿cuáles le han traído más cola?{/p1}
{r1}Me está pasando algo nuevo a lo que tengo que acostumbrarme. Y es que un mismo tono o una misma columna escrita en El Mundo trae muchas más consecuencias que esa misma columna escrita en La Razón, porque El Mundo tiene mucha más proyección, más trascendencia y llega a un público mayor. Porque en La Razón yo podía muchas veces marcarme una pasada determinada y trascendía poco, pero lo hago en El Mundo y se generan unas consecuencias que para mí son nuevas, como que se te levante media profesión en tu contra pidiendo tu linchamiento. Lo que sí he comprobado con estos enfrentamientos últimos…{/r1}
{p1}¿Se refiere a Carlos Hernández?{/p1}
{r1}Por ejemplo. Lo que he comprobado es que, a lo mejor por un sentido corporativo, el famoso “perro no come perro”; o la famosa Ley de la Omertá - La ley de silencio cuya trasgresión es penada con la muerte- que prohibe meterse entre periodistas. Hay licencia para meterse con todo el mundo pero no con los compañeros de profesión, como si tuviéramos que protegernos el culo los unos a los otros.{/r1}
{p1}¿Cuándo le han surgido los mayores enfrenteamientos?{/p1}
{r1}Cuando algún periodista se ha sentido ofendido por una columna, porque encima eses periodista levanta a su facción del oficio. El Rey se comporta con más elegancia cuando te metes con él, lo deja pasar sin mucha historia, pero como toques a algún periodista se crea un follón tremendo. Lo asumen como un quebranto de la Ley de la Omertá.{/r1}
{pag}{p1}¿Algún enfrentamiento ha ido más allá de las páginas del periódico?{/p1}
{r1}¿Te refieres a si me he pegado?{/r1}
{p1}Si se ha pegado también. O demandas, llamadas de teléfono…{/p1}
{r1}No, no, jamás. Problemas judiciales y todo eso nunca. Además, la única experiencia que he tenido de que un enfrentamiento se prolongara fuera de las páginas del periódico ha sido muy positiva. Fue en la época del aznarismo yo hice unas cuantas columnas metiéndome con Sánchez Dragó porque él entonces era como un intelectual oficial del aznarismo, y le hizo a Aznar una entrevista que me pareció un poco pelota. Hice unas cuantas columnas en que me metía con él.{/r1}
{p1}¿Cómo acabó?{/p1}
{r1}La reacción de Sánchez Dragó fue invitarme a su programa. Yo fui porque lo entendí como que me estaba desafiando, y descubrí a un tipo tan cordial, tan buen tío, tan buena gente, que me desactivó y no fui capaz de volver a meterme con él. Ahí él estuvo muy sabio. Pensó: “me lo gano, lo traigo para acá, le muestro que no soy el coco y ya está”.{/r1}{ladillo}Federico Jiménez Losantos{/ladillo}
{p1}¿Qué opina de Federico Jiménez Losantos? Se ha metido con él, pero recientemente le defendía.{/p1}
{r1}Eso me gustaría dejarlo claro. En esta polémica actual, incluyendo lo de Carlos Hernández, yo no estoy defendiendo a Jiménez Losantos, estoy defendiendo a un principio, el mismo por el cual defendí a Carlos Hernández cuando se lo quebrantaron a él. Es el principio obvio de que un poder no puede dictar la condena civil de un periodista. Lo defenderé contra cualquiera, como he hecho también cuando despidieron a un crítico de El País, Ignacio Echevarría. De lo que se trata es de defender el principio, no a Jiménez Losantos, con el que yo no tengo absolutamente nada en común.{/r1}
{p1}¿Qué piensa de él?{/p1}
{r1}He estado contra él en cuestiones políticas concretas, como la guerra de Irak, en la que le llamé creo que lacayo de los Estados Unidos, o algo parecido.{/r1}
{p1}Le llamó “bajito con chepa”…{/p1}
{r1}… Si fue un insulto físico me arrepiento porque es de poca clase, pero sí le llamé lacayo de Estados Unidos. Del mismo modo que no estoy de acuerdo con él cuando se mete con los matrimonios homosexuales o cuando parece que quiere imponer de nuevo una especia de estructura social nacional católica. Me separan muchas más cosas de las que me unen a él, no se trata de defenderle a él.{/r1}
{p1}¿Qué opina de su tono?{/p1}
{r1}No le escucho en la radio, te lo juro.{/r1}
{p1}Pero lo sabe…{/p1}
{r1}Bueno, sí, pero el tono, más allá de que sea de buen o de mal gusto, lo que hay que ver es si es legal o no, y punto. Es la única forma de contener a un periodista si de verdad está pasándose. Aún así yo no soy oyente de radio, y menos a esas horas, con lo cual no he escuchado ni uno sólo de los famosos discursos de Jiménez Losantos. Me lo puedo imaginar porque leo las columnas y me cuentan cosas, me imagino que en el fondo sí son muy incendiarios. Pero no son menos incendiarios que los de otros locutores igualmente incendiarios, de otras emisoras. Igual es menos sutil, eso sí que es posible.{/r1}{ladillo}De La Razón a El Mundo; de Anson a Pedrojota{/ladillo}
{p1}¿Qué opina del periodismo que se hace en España actualmente?{/p1}
{r1}No me siento muy autorizado para hablar de eso. Los periódicos están cada vez más cargados de opinión, más editorializados. Supongo que se debe a que las informaciones llegan mucho más rápido por Internet, televisión o radio, y cuando no tienen exclusivas, los periódicos se ven obligados a editorializarse. De alguna forma está bien, porque están ganando lectura. Pero por otra parte están tremendamente politizados. El periódico es ya la antesala del Congreso, donde se libran combates políticos muy farragosos. Se está perdiendo el gusto por la lectura, y el género del reportaje y la crónica merecería un espacio mejor, ser considerado un género estrella, y no es así. Fíjate que hace falta una guerra para que el reportero tenga un espacio noble. No debería ocurrir eso.{/r1}
{p1}¿Cómo ha sentido el cambio de La Razón a El Mundo y, por tanto, de Anson a Pedrojota?{/p1}
{r1}Hombre, con Anson tengo una relación de mucho afecto, porque es un tipo muy entrañable, más allá de lo que cada uno valore de él como profesional. Con Pedrojota no tengo ningún tipo de relación personal. El cambio ha sido importante y no ha sido positivo en todo. Yo vivía en Argentina y tenía mucha libertad de movimientos, y la he perdido porque me siento encerrado en Madrid, ya no puedo pasar mis temporaditas en Argentina. Eso me asfixia. {/r1}
{p1}¿Y profesionalmente?{/p1}
{r1}Ha sido un cambio importante porque El Mundo te da una trascendencia y una dimensión que no te da La Razón. He notado cómo me ha venido bien, me ha dado un pequeño paso adelante profesional. Después de siete años en La Razón puede ser que estuviera un poco encallado.{/r1}
{p1}¿Echa de menos La Razón?{/p1}
{r1} Lo que más echo de menos de La Razón es la sensación de pertenencia. Eso en El Mundo no lo tengo. {/r1}
{p1}¿No escribe en la redacción, como hacía en La Razón, porque no quiere o porque es así como funciona?{/p1}
{r1}En La Razón, cuando yo estaba en Madrid, me pasaba varias veces por semana por la redacción porque me gustaba intercambiar ideas con los redactores jefes, porque me gustaba salir a comer con ellos, porque veía a gente con la que tenía buen rollo… porque me reía. Pero en El Mundo no hay ese ambiente y no se me ha recibido especialmente bien. Entonces, para sentir que estoy en territorio enemigo en mi propia casa prefiero quedarme donde estoy.{/r1}
{p1}¿Tan mal le han recibido?{/p1}
{r1}No hay nada concreto, pero no hay un ambiente de haber sido acogido con cariño, todo lo contrario. Se me considera una especie de elemento extraño, y la mayoría de la gente prefiere que yo no estuviera ahí. Prefiero poner una distancia terapéutica.{/r1}
{p1}¿Cree que es por miedo a que le quite el lugar a alguien?{/p1}
{r1}No sé, no soy capaz de descrifrarlo. Yo creo que es al mal español. Una oficina o redacción nunca es un lugar saludable. Siempre hay rencores enquistados. Pero no me parece algo especialmente grave, sólo que no me gusta sentir que no pertenezco afectivamente a un ambiente, y cuando siento que no es así no lo frecuento.{/r1}
{p1}¿Sobre qué temas le gusta más escribir?{/p1}
{r1}Lo que no estoy escribiendo. En La Razón publicaba todos los días, aquí tres a la semana. La frecuencia es menor, con lo que me impide abarcar temas más anecdóticos que son los que en realidad me divierten. En La Columna podías dedicar un par de columnas o tres a la semana a satisfacer la obligación autoimpuesta de analizar la política, pero te quedaban otras cuatro para reírte. Aquí no. Si le dedico una columna al tamaño de los penes, como en La Razón, se me ha ido la semana política.{/r1}
{p1}¿Pero tendría libertad de hacerlo en El Mundo, un tema así?{/p1}
{r1}Sí, claro. El viernes pasado por fin publiqué una columna de esas y nadie me dijo nada. Quiero creer que tengo esa libertad. Además, el día que no la tenga me voy, y esto no es un farol, es así.{/r1}
{p1}¿Se paga bien, la opinión?{/p1}
{r1}A mí me pagan muy bien, estoy muy contento.{/r1}