El Manchester City, con David Silva en el banquillo, puso en funcionamiento su arsenal para alimentar las penurias del Liverpool, paulatinamente debilitado, sumido en el deseo de marcha de sus integrantes, incapaz de responder a las exigencias de su adversario, liderado por el olfato del argentino Carlos Tévez. [Narración: City 3 Liverpool 0]
Lejos de la resistencia que ofrecía en temporadas anteriores, el Liverpool apenas queda a expensas de las gotas de calidad que ofrece el talento de los futbolistas supervivientes en una plantilla que se desintegra. Entre ellos, Fernando Torres, uno de los pocos que se salvó del aspecto gris del equipo.
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