Isabel y Asunción, las prejubiladas de la cocaína

Muchas personas, cuando se acercan a la edad de jubilación, van buscando nuevas ocupaciones con las que matar el tiempo antes de que el aburrimiento y la artrosis acaben con ellos en el retiro. Hay quien se decanta por practicar el milenario taichi, ese arte marcial que parece querer matar moscas a la velocidad de los caracoles. Otros, sin embargo, apuestan por apoltronarse ante el televisor dispuestos a quemar el mando a distancia en busca de Belén Esteban. Los hay que se vuelven especialistas en infraestructuras urbanas apalancados día tras día a las vallas de todas las obras de su barrio. Algunos, incluso, se empeñan en encontrar una nueva fuente de ingresos que les permita completar la que ya vislumbran que va a ser una magra pensión.

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