Pocas veces, como en los últimos días, un gobierno sufrió una derrota sin necesitarla. Pocas veces, también, la primera figura del Estado se entreveró con tanta pompa en una historia trucada que se reveló mentirosa inmediatamente después. Pocas veces, un gobierno hizo tanto, en tan poco tiempo, para quebrar su frente interno y para unificar a sus opositores. Pocas veces, el matrimonio gobernante necesitó una sola decisión para recoger muchas y pésimas reacciones en los principales países del mundo. Nunca antes el kirchnerismo había cosechado tanta nada en sus reclamos de adhesión a los líderes del empresariado argentino.
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