París, Milán, Nueva York. ¿Pekín? Aunque todavía es pronto para incluir a la capital china en el circuito de la moda internacional, una nueva generación de diseñadores trata de abrirse camino en el pret-à-porter y de acabar con la mala imagen asociada a la etiqueta made in China. «Hemos empezado a superar la etapa en que nuestro país sólo se conocía por su capacidad de fabricar productos masivos y de mala calidad», explica Vega Zhaishi Wang, una joven diseñadora, propietaria de tres boutiques en Pekín. Con 25 años, representa a una nueva generación de jóvenes chinos de clase media-alta, generalmente hijos únicos, que han estudiado en el extranjero (en su caso, la prestigiosa escuela de diseño Saint Martins, en Londres) y deciden regresar a su país atraídos por las oportunidades laborales en el mercado que más crece del mundo.
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