El Madrid sigue a ciegas

La primera jornada de Liga no es el momento adecuado ni para los grandes elogios ni para los reproches excesivos, pero lo que se vio del Real Madrid en Palma invita más a la preocupación que al optimismo. Admitamos que el Madrid es un equipo en construcción, estado de permanente inestabilidad en el que vive desde hace años, pero si hay que extraer una conclusión de la presentación en sociedad del nuevo Madrid de Mourinho, habría que decir que el reto que tiene por delante el portugués es fabuloso y el trabajo que le espera es enorme, tan grande como la paciencia que deberá pedir a su siempre exigente afición.

Se vio a un equipo demasiado lento, incapaz de generar una sola ocasión en la primera parte. Movió el balón con excesiva parsimonia, convirtiendo el juego en algo previsible y aburrido. Imposible sorprender a cualquier rival así y difícil de digerir esta imagen. El Mallorca le discutió sin ningún problema el mando del partido y la posesión de la pelota. El paso de las jornadas nos permitirá descubrir si este Madrid es incapaz de llevar el control de un encuentro o, simplemente, es que renuncia por una cuestión de principios a la posesión del balón. Sea cual sea la respuesta, siempre será mala para un conjunto obligado por historia y por escudo a hacerse respetar desde la posesión del balón. Para el Madrid, llegar a la victoria desde el contragolpe debe ser un recurso, no una forma de vida. Lo mismo puede decirse de los lanzamientos de falta de Cristiano, que volvieron a ser el aislado argumento ofensivo de quien no encuentra mucho más.

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