Todavía hablaba de su gesta, 38 puntos para liderar el triunfo de Estados Unidos, y el infierno ya incitaba a Kevin Durant. Le reclamaban las gradas del Sinam Erdem Dome antes del enésimo acto de exaltación de Turquía. Un par de horas antes de que un país muriera de éxtasis con la carrera de Tunceri y la canasta in extremis que degolló a Serbia (82-83) …
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