La tumba de Franco y de José Antonio Primo de Rivera permanecen inalterables al paso del tiempo. Al cuidado de un grupo de monjes benedictinos, tal y como lo dejó escrito en el BOE el general golpista el 23 de agosto de 1957: «Un magno monumento destinado a perpetuar la memoria de los Caídos en la Cruzada de Liberación para honra de quienes dieron su vida por Dios» …
Lea el artículo completo en www.publico.es