El arquitecto británico Norman Foster cree que en las ciudades sí debe existir una política que limite la altura de los edificios, al menos en determinadas zonas, aunque observa «más peligro» en que crezcan «hacia afuera» que «hacia arriba».
Foster (Manchester, 1935), que ha acudido a San Sebastián para presentar el documental «¿Cuánto pesa su edificio, señor Foster?», producido por su mujer, la española Elena Ochoa, ha señalado en una entrevista con Efe que es muy complicado determinar cuál debe ser la altura ideal de un edificio.
«La densidad de una ciudad no sólo tiene que ver con la altura», ha dicho el arquitecto, que ha recordado que en Nueva York no existen limitaciones para construir rascacielos, mientras que en Singapur o Hong Kong no tienen otro remedio por falta de espacio.
No obstante, Foster se ha mostrado partidario de que en ciudades como Londres, Madrid y Barcelona sí se pongan limitaciones en algunas áreas.
Este profesional, un hombre de origen humilde hecho a sí mismo, imagina que las ciudades del futuro estarán dotadas de «infraestructuras más inteligentes», con un transporte público eficiente y con sistemas de navegación por satélite y controladores similares a los de la aviación que conseguirán un tráfico ordenado.
Piensa además que llegará un momento en que los coches se convertirán en «algo más limpio, más silencioso y compatible con el peatón».
No acomete cada nueva obra buscando la perfección, sólo cuando las ha acabado se plantea si el resultado es o no perfecto, aunque opina que esa labor corresponde más a los críticos de la arquitectura que a él.
Admite que la vida de un arquitecto es «más fácil» antes de ganar ningún premio, porque el reconocimiento y la fama llevan hacia él todas las miradas.
«Para mi la esencia, el reto de cada diseño es hacerlo lo mejor posible desde el punto de vista de quien va a utilizar ese espacio. El proyecto me absorbe, busco el espacio ideal para que esa gente viva la vida lo mejor posible», ha explicado.
Norman Foster visita San Sebastián con su mujer y sus hijos para la presentación de «¿Cuánto pesa su edificio, señor Foster?», dirigida por Norberto López Amado y Carlos Carcas, un documental de 74 minutos, del que se editará un DVD el verano próximo con extras.
Es en ese material añadido donde se podrá conocer un poco más del arquitecto, ha revelado a Efe su esposa, que es también la productora del filme.
Elena Ochoa afirma que Foster es una persona con un «humor muy especial» y ése es un rasgo no reflejado en el documental, destinado fundamentalmente a mostrar al arquitecto y su obra.
Subraya que es «muy gregario», con «pocos pero muy buenos amigos», «muy generoso» y alguien que «cuando se enfada, se enfada». «Los extras dan una visión global de Norman y su personalidad», ha añadido Elena Ochoa.
Admiran de él que sea capaz de seguir metido de lleno en su equipo, que forman 1.400 empleados repartidos por una veintena de países, y que, pese al tamaño, de la empresa, todo gire alrededor de él.
La «locura» del documental partió de Antonio Sanz, colaborador de Art Commissioners, la firma de Elena Ochoa, y ella la asumió como un riesgo y con la idea de que el de Foster fuera el primer documental de una serie dedicada a personalidades relevantes de la cultura y la ciencia del siglo XXI.
Tenía una pequeña experiencia con cortos que desde la editorial Ivorypress había creado para la Bienal de Venecia y el Victoria and Albert Museum de Londres y se decidió.
Puso una condición, que la película mostrase la arquitectura de Foster «como nunca se había visto», con extraordinarios planos rodados desde helicópteros. Y puso los medios económicos para que eso fuera posible.